La Marca del Lobo » Crítica

Por Miguel Martín

Que la publicidad de esta película anunciara que "La marca del hombre lobo" ("Blood and chocolate") se trataba de un film en la que los productores de "Underworld" habían metido la mano, no presagiaba nada bueno. Efectivamente, los peores pronósticos se cumplen cuando uno ve en pantalla el catálogo de despropósitos que configuran el grueso de la película.

El argumento nos cuenta la historia de Vivian, una enigmática mujer perteneciente a una comunidad de algo parecido a hombres lobo, los "Loup garoux", seres que pueden mutarse de humanos a lobos y viceversa. No tardará en encontrarse con un dibujante de novelas gráficas que busca información sobre tales seres, considerados sagrados en tiempos remotos, para su próximo cómic.

Lo que en un principio podría ser tomado como una trillada historia sobre hombres lobo, pronto se convierte en una acumulación de secuencias de acción mezcladas con algo de romanticismo rancio y barato. Y es que la historia de amor entre la "Loup garoux" y el dibujante de cómics (personaje que es de suponer debería contentar a la audiencia más freak) sobre la que gira buena parte de la trama, resulta inverosímil a la vez que estúpida. Todo quiere ser resulto con una escena en forma de flashback que cuenta la evolución emocional de la pareja, acto de la película sonrojante en cuanto a su simpleza narrativa. Las conversaciones parecen de parvulario, así como el componente supuestamente dramático sobre el que se construye la acción (la risa generalizada que pudo escucharse en el cine con la explicación del dibujante sobre por que firma sus obras con siglas, queda para el recuerdo). El argumento está cargado de tópicos ya vistos mil veces en otras películas, así como de la estética modernilla que atufa todo el film y que parece haberse puesto de moda. Hay un grupo de hombres lobos malotes y pandilleros, hay reuniones secretas en medio del bosque, incluso hay profecías milenarias que pueden cambiar el mundo. Por no citar las incoherencias argumentales que salpican alguna de las más delirantes escenas de la película.

Los personajes, además de ser interpretados por actores realmente malos (impresionante la caída en picado de Olivier Martínez, en su papel de líder de la manada), son planos y cargantes. Las actuaciones pésimas se complementan con unas secuencias de acción propias de videoclip con las que la directora Katja von Garnier se recrea demasiado a menudo. Sus pretensiones épicas y estéticas no resultan novedosas ni evocadoras, sino reiterativas y simples.

No todo en la película es tan deplorable, sin ir más lejos las transformaciones de hombre a lobo son cuanto menos originales. La aparición de verdaderos lobos y el paisaje evocador de Bucarest, son lo realmente digno de mención de esta "La marca del hombre lobo". De hecho ni siquiera el título de la película en castellano es original ni correcto, ya que estos seres saltarines no son hombres lobo al uso y ya existe una película previa sobre verdaderos licántropos con el mismo nombre (con nuestro Paul Naschy en el papel principal).

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