A Ciegas » Crítica

Por Daniel del Casar

Durante muchos años, José Saramago, temeroso de ver convertido su “Ensayo para la ceguera” en un producto meramente hollywoodiense, se negó a vender los derechos de su aclamada novela. Un recelo comprensible ya que, en manos de cualquier director mainstream, su novela podría haber terminado siendo un thriller al uso, más centrado en la peripecia y en el golpe de efecto que en lo realmente importante: su certera reflexión acerca de la condición humana y la degradación social.

Por suerte, Fernando Meirelles compartía la visión del autor portugués y éste cambió de opinión, dando luz verde a la adaptación. Una adaptación fiel, quizá menos violenta y cruda que el texto original, pero igualmente lúcida e inquietante.

Gran parte de esa inquietud se debe a la elaborada puesta en escena de Meirelles que, apoyada en la estupenda fotografía de César Charlone, juega a contagiar al espectador de esa ceguera blanca que sufren los personajes. Por esta razón, el director opta por una estética deliberadamente caótica, con muchos planos fuera de foco y una imagen muy saturada que consigue con creces su objetivo: crear un atmosfera opresiva y arrastrar al público al particular infierno que plantea el relato.
Otra gran baza con la que cuenta “A ciegas” es su excelente reparto coral. Todos y cada uno de ellos encarnan a la perfección sus roles que, a igual que en la novela, carecen de nombres propios con el propósito de despersonalizar aún más a los sufridos personajes de esta historia. Entre todos ellos destaca por méritos propios la interpretación de Julianne Moore que, con permiso de Kate Winslet, se confirma como una de las mejores actrices del panorama actual.

Pese a todas estas virtudes y el Gran Premio del Público obtenido en el pasado Festival de Cine de Sitges, “A ciegas” no es una película perfecta (durante la primera mitad hay demasiados tiempos muertos y todo lo relativo al personaje de Gael García Bernal se antoja algo excesivo), pero sí necesaria y muy recomendable. Un película que, sin englobarse estrictamente dentro de los parámetros del cine de terror o de ciencia ficción, deja para el recuerdo alguno de los momentos más angustiosos y perturbadores vistos en años.

Lo mejor: El escalofriante momento en el que, tras una noche infernal, las mujeres regresan del pabellón número tres y la secuencia del supermercado; dos momentos capaces de erizar el vello y acongojar al más templado.

Lo peor: Que, pese a formar parte de la esencia de la novela, el personaje de Gael García Bernal y todo lo que éste desencadena puede resultar un tanto inverosímil y exagerado.

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