Dagon: La secta del mar » Crítica

Por Miguel Martín

Stuart Gordon volvía a sus habituales andadas lovecraftianas con “Dagon. La secta del mar”, decepcionante historia vertebrada alrededor de una oscura villa gallega repleta de secretos. Un barco queda varado cerca de la costa gallega, por lo que una de las parejas que viajan en él decide pedir ayuda en el pueblo cercano. Los problemas comienzan cuando descubren que los habitantes que les salen al paso no parecen del todo humanos, sino una especie de mutaciones con aspecto de pez.

La estética de “Dagon” se ve favorecida por la oscura y bella fotografía que ofrecen ciertos pueblos gallegos como el que se muestra en la película, lo que sin duda le viene de perlas a una film de terror como el que nos ocupa. Lástima que el film en cuestión no tenga más aliciente que este, ya que tanto las interpretaciones (Ezra Godden lo hace realmente mal, Raquel Meroño al menos lo intenta) como el guión (que digan que está basado en un relato de Lovecraft, ‘La sombra sobre Insmooth’ ni más ni menos, podría tomarse casi como un insulto) son tremendamente malos. ¿Cómo mantener el interés cuando las cartas se ponen boca arriba cuando no se lleva ni diez minutos de película? La dirección tampoco ayuda demasiado, Stuart Gordon parece en esta ocasión incapacitado para crear cualquier situación mínimamente angustiosa, y en determinadas secuencias se muestra directamente torpe.

A favor del film hay que decir que al menos se hace entretenida, aunque me temo que de manera involuntaria (imposible no soltar al menos un par de carcajadas a lo largo de su metraje). Lo mejor de la película es sin duda la aparición de una tentacular Macarena Gómez, así como la presencia del gran (y aquí desaprovechadísimo) Paco Rabal. Resulta lamentable que esta fuera la última incursión cinematográfica de un actor de su talla.

“Dagon. La secta del mar” es una película simpática, cutre y de gore simplón. Además resulta entretenido identificar detalles del universo lovecraftiano a lo largo de su metraje, aunque solo sea como mera curiosidad. Lo peor de todo es que un film tan mediocre como este, no fuera ni siquiera la peor película de la ya extinta Fantastic Factory. Ni tan siquiera resulta la peor película de la filmografía de Stuart Gordon…

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