De Hopkins a Hitchcock


Howard Berger es un hombre del tamaño un oso, de personalidad tranquila y con un gran bigote. Sea cual sea la imagen que tienes de un genio del maquillaje, Howard no se parecerá en nada. Pero es uno de los mejores en su trabajo. Ganador del Óscar por Las crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario, ha trabajado con todo el mundo, desde David Lynch (Mulcholland Drive) hasta Quentin Tarantino (Malditos bastardos). En esta ocasión, su tarea es convertir a un caballero en otro: Anthony Hopkins en Alfred Hitchcock, para la esperada película de Fox Searchlight, Hitchcock.





“Para mí es como cuando eres un niño y dices cosas como ‘Si tuviera una máquina del tiempo…’, afirma desde Los Ángeles. “Yo iría a este o aquel escenario. El de Psicosis era uno de ellos. Psicosis, La mujer y el monstruo y Frankenstein eran los tres escenarios que siempre quería visitar cuando era un niño. Así que para mí, tener la oportunidad de trabajar en esta película es como ser un poco parte de ella”.

La película Hitchcock está basada en la época en la que el gran director pretende adaptar la controvertida novela de asesinatos de Robert Bloch, para disgusto de su estudio, Paramount. Haciendo frente al cinismo y adversidades, puso su reputación al frente para dirigir lo que iba a ser un gran éxito, con la inestimable ayuda de su mujer, Alma Reville (Helen Mirren). La historia está descrita perfectamente en el excelente libro de Stepehn Rebello Alfred Hitchcock And The Making Of Psycho, en la que se basa esta película, escrita por uno de los guionistas de El cisne negro, John J. McLaughlin, y dirigida por Sacha Gervasi, que debuta con un largometraje, después de haber hecho el magnífico documental Anvil. El sueño de una banda de rock.





“Es un campeón”, así describe Berger a Sacha Gervasi. “Es su primera película de verdad y actúa como si llevara 30 años en este mundo. Sabe lo que hace. Es un hombre fantástico y además cuenta con actores como Tony Hopkins, que es todo un caballero y al que le encanta la diversión”.

Hopkins hace bastante deporte con Berger, dadas las horas que tiene que estar quieto en la silla de maquillaje cada mañana durante los 35 días de rodaje. “No puedo pedirle nada más”, asegura Berger. “Es un gran profesional, un verdadero placer trabajar con él. Realmente, es el compañero perfecto. El otro día puse una cámara a grabar el proceso y luego estuve viendo la secuencia: No se mueve en ningún momento. Durante una hora y media, no mueve un pelo. Peter [Montagna, un compañero de maquillaje] y yo estuvimos rebobinando el vídeo y viéndolo de nuevo y no se mueve en ningún momento. Es espectacular. En una hora y media siempre te mueves algo; Tony no mueve ni un pelo”.

En la fase de preproducción, Berger hizo una serie de pruebas con Hopkins para ver lo que iba a necesitar para llevar a cabo la transformación. Se descartaron algunos elementos, como dentaduras postizas, ya que no eran necesarias para traer a Hitchcock al mundo. Ahora, cada día, sigue cuatro pasos para hacer la transformación: “La primera pieza es lo que llamamos una herradura”, explica Berger, mientras muestra cómo se coloca la prótesis alrededor del cuello de Hopkins. “Las zonas del mentón y de la mejilla se eliminan porque quería que conservara las suyas propias y se eliminan también las de las orejas y va por debajo del pelo. Además, la prótesis sigue hasta la mitad del esternón. También tenemos algo para cambiarle la nariz y los orificios de la nariz por completo, unas lentes de contacto y una peluca. Le afeitamos la cabeza y Martin Samuel, el peluquero, se lo teñía. Por último, pintamos sus dientes”.





Es un proceso de colaboración que requiere al maestro del maquillaje y al actor ganador de un Óscar para asegurar el mejor resultado posible. “Yo siempre digo que nosotros hacemos el 50% del trabajo y que el resto es cosa del actor. Tony hace que ese maquillaje cobre vida”, asegura Berger. “Todo salió perfecto. Él se siente muy cómodo con el maquillaje y con el papel. Creo que las dos partes nos beneficiamos del trabajo del otro; a Tony, el maquillaje le ayudó a meterse en el papel y, al mismo tiempo, eso nos ayudó a nosotros a encontrar el maquillaje adecuado para el personaje. Al principio, le pusimos un labio inferior y una pieza en el tabique, pero al final lo quitamos todo, no lo necesitábamos realmente y Tony era capaz de traer el personaje al mundo y hacer que todo funcionara perfectamente”.

El entusiasmo de Berger es contagioso. Todavía sigue siendo un poco aquel niño que deseaba tener una máquina del tiempo para visitar el escenario de Psicosis. “Algunas de mis escenas favoritas –ni siquiera son escenas, sino simples acciones– son en las que Tony está comiendo algo y ves cómo se mueve todo por debajo”, confiesa con una sonrisa. “Me sentaba y miraba el monitor mientras pensaba: ¡Parece tan real!”.




 
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