La Familia Addams: Retrospectiva



I.III: ¿Héroes o villanos? ¿Monstruos o psicópatas?

Es difícil determinar la brújula moral de los Addams, fijar si son héroes o villanos del peculiar universo en el que viven. Lo más probable es que ambas cosas. Ellos creen a pies juntillas que lo que hacen es algo “normal” e inherente a su existencia (o al menos, algo correcto y lógico), y la mayor parte de las veces son actos de sana excentricidad o al menos inofensivos, como poner en casa un árbol de Navidad que en realidad es un tronco muerto, adornado con objetos macabros. Son un poco como la versión lúgubre de la excéntrica familia de “Vive como quieras” (1938, Frank Capra).

Este tipo de acciones cubren buena parte de las viñetas publicadas. Sin embargo, también vemos otras, como que Miércoles y Pugsley juegan a intentar matarse, algo que es aceptado en casa con absoluta tranquilidad (“si Pugsley te intenta envenenar, envenénalo tú a él”, le dice Morticia a Miércoles en una viñeta).

El problema llega cuando con cierta frecuencia las acciones de los Addams perjudican a otros. Hay viñetas en las que vemos a Miércoles atacar con una trampa al cartero, y Gómez atesorándolo como recuerdo familiar. En otras, nos encontramos con Pugsley robando señales de tráfico y coleccionándolas (lo cual puede causar accidentes mortales); A Pugsley yendo y volviendo del colegio encadenado para que no sea peligroso; Al tío Fétido conduciendo un coche en una curva estrecha e indicándole al conductor de al lado (que no tiene visibilidad) que adelante, sabiendo que en realidad chocará con el camión que tiene de frente; A Miércoles y Pugsley convirtiendo el fuego de la chimenea en un auténtico infierno de llamas, en Navidad, esperando achicharrar a Santa Claus; Al tío Fétido azuzando a su buitre; A Miércoles y Pugsley disfrazados de tiburones para asustar a unos bañistas; Vemos a Gómez, antes de salir de casa, advirtiendo a la niñera de que mantenga siempre la espalda en la pared, mientras Miércoles y Pugsley la miran con cara maliciosa, como si quisieran apuñalarla. O a Fétido, disfrazado pero reconocible, con un saco de cemento bajo el brazo, comprando un barril de amontillado, como si quisiera emparedar a alguien, al estilo del relato de Poe. Y, en una de las viñetas más famosas, la familia está subida al tejado de casa con un caldero de aceite hirviendo, para arrojarlo sobre los cantores de villancicos que hay frente a su puerta. Muchas de estas viñetas han sido adaptadas en situaciones de las películas o series que ha generado la franquicia.

Si los Addams frecuentemente parecen excéntricos, o en todo caso psicóticos, por su percepción distorsionada de la realidad, lo cierto es que algunos miembros del clan más bien se inclinan por la psicopatía (generalmente Miércoles y Pugsley, salvo en los 60). En cierto modo es lógico, puesto que compartan o no las ideas delirantes de sus padres, lo cierto es que los niños han sido criados en un entorno con conceptos del bien y del mal trastocados, que es caldo de cultivo para un trastorno disocial de personalidad tremendo (y uno antisocial, cuando sean mayores).





Por su parte, dentro de los excéntricos y psicóticos, el Addams que suele exhibir los comportamientos más extraños, delirantes, compulsivos y desequilibrados suele ser el tío Fétido.

El nivel de peligrosidad varía de adaptación en adaptación. Bien puede decirse que pasaron de potencialmente peligrosos en los 60 a auténticamente peligrosos en los 90, adoptando grados intermedios en las otras adaptaciones. Y variando mucho de miembro a miembro de la familia, puesto que cada uno tiene una personalidad y unas características muy definidas. Y tampoco pensemos que en los 60 eran precisamente inofensivos. La Morticia de Carolyn Jones, en un episodio, mostraba que guardaba unidas por una cadenita la colección de placas de policías que se habían vuelto locos en la mansión y acabaron en un manicomio…. En otro episodio, el Gómez de John Astin habla sobre la gran habilidad de la familia para cortarle el cuello a los rivales “sin mancharse la corbata”, y siempre cuenta anécdotas familiares truculentas de antepasados, como un general Addams aficionado a disparar a sus propias tropas.

Una buena muestra de personalidad y variaciones dentro de la familia la encontramos ponderando la diferencia entre Morticia y Miércoles como personajes, de psicótica la madre a psicópata la hija, la cual se ilustra muy bien en una escena de la serie de televisión de 1998. En ese capítulo, Miércoles, “jugando” a los magos, ha hecho desaparecer a su casi indestructible y también diabólico hermano Pugsley (en realidad ha aprovechado un descuido de éste para apresarlo y dejarlo contra su voluntad, encerrado claustrofóbicamente atado dentro de un baúl encadenado, oculto en el sótano). Morticia, una vez pasan horas, le dice a Miércoles que muy bien, pero que lo haga reaparecer, que ya está bien el truco. Miércoles pone como excusa, con absoluto cinismo y frialdad (en realidad lo que quiere es eliminar a Pugsley), que “¿Para qué? Si sigue desaparecido, ahorraremos en comida”. Morticia la escucha, y por la expresión de su cara vemos que valora y racionaliza sinceramente lo que le ha dicho su hija durante unos segundos, para tras ello creerse la excusa, y elogiar ampliamente la “generosidad” de Miércoles, pero pedirle que vuelva Pugsley de inmediato.

Así, vemos que mientras que Morticia tiene una visión muy distorsionada de la realidad y de ciertos valores morales, pero también firmeza de carácter, Miércoles es directamente malvada y cruel, además de astuta, aunque cabe recalcar que nunca levantaría un dedo contra su madre o su padre. De hecho, Miércoles tendría todas las papeletas para convertirse de mayor en una muy activa asesina en serie (si no lo es ya de niña, pues considerando la penúltima escena de la película de 1991, o las escenas del campamento y el final la película de 1993, muy posiblemente ya lo sea), si no fuera porque la indestructibilidad de su hermano Pugsley ya mantiene ocupadas de momento a la mayor parte de sus inclinaciones más sádicas. Cabe considerar que frecuentemente, ya sea en las películas con Christina Ricci, o la serie de 1998 o la segunda de animación u otras, Miércoles siempre es la que tiene dentro del núcleo familiar, un mayor sentido de la “realidad” (aunque le dé igual la noción de bien y mal), y la que descubre primero los engaños y peligros que caen sobre la familia, mientras que Morticia juega un papel clave en afrontar y resolver los conflictos, y pese a estar también bastante loca, es mucho más equilibrada, al carecer de los impulsos sádicos que de cuando en cuando aparecen en su hija. Esta capacidad de solución de conflictos de Morticia se nota en el hecho de que con suavidad logre hacerse incluso hacerse respetar y obedecer por su sádica hija.

Del mismo modo, según Charles Addams, Morticia es la única que impide que el tío Fétido acabe en la cárcel (ella y la torpeza de la policía local). A su vez, el tío Fétido se parece bastante a Pugsley, pues muchas veces suelen compartir en las adaptaciones poca inteligencia y bajo control de los impulsos, tendencia al masoquismo (no siempre, en la serie de los 60, solo Fétido) y una alarmante indestructibilidad física, incluso por encima de la media familiar.

La mayor parte de las adaptaciones hacen hincapié en la capacidad de los Addams para comportarse como auténticos monstruos malvados, pero no se limitan a este hecho, por mucho que la Morticia de Anjelica Huston presuma en la película de 1991 de que la familia desciende de monstruos y psicópatas.

Hay muchos elementos que mostrar en el rico universo de la familia Addams, y mucho desarrollo en los personajes como para dejar que sean meramente la versión sofisticada de la familia de Leatherface. Las personalidades de los miembros de la familia, sus acciones, sus interacciones, sus mordaces diálogos, la sátira social que emanan sus historias son factores tanto o más importantes que el elemento más macabro de la familia, su peligrosidad, y por ello las películas nunca son demasiado explícitas, salvo en momentos muy puntuales, y se basan más en la elipsis y el sugerir que en mostrar la violencia cruda. También es cierto que recrearse en la violencia arruinaría el humor y el tiempo narrativo.

Así, en las películas y demás adaptaciones se habla mucho sobre muerte y asesinatos, pasados y presentes, pero rara vez se ven estas acciones de forma explícita (y cuando se hace es de forma estilizada y divertida), aunque tanto en la serie clásica de los 60, como en las películas de los 90 dirigidas por Barry Sonnenfeld, o la serie animada de los 90, o la reciente y web serie “Adult Wednesday Addams” de 2013, sobre las dementes andanzas de Miércoles Addams adulta, siempre acaban muriendo personajes que interactúan con la familia, de un modo u otro, de forma más implícita o explícita.

Para ver cómo sería la familia Addams si fuera una película de terror “pura”, conviene asomarse a una joya clásica bastante oculta, “Spider Baby” (1968, de Jack Hill), que trata sobre una familia con una enfermedad congénita que hace que todos tengan el mismo tipo de locura excéntrica y juguetona que los Addams, y viven en una gran mansión apartada. Empieza con la niña de la familia (muy Miércoles Addams) que está “jugando a la araña” con el cartero (es decir, acuchillándolo en la cabeza, mientras canta unas rimas infantiles), y a partir de ahí las víctimas empiezan a amontonarse cuando llegan unos invitados, que quieren apoderarse de la fortuna familiar, ante la triste mirada de Lon Chaney Jr., que hace del chófer y mayordomo de la familia (el Lurch de aquí), que ha jurado protegerlos de sí mismos.

Volviendo a los Addams, en los 60 eran más excéntricos y siniestros que malvados (sin que el Gómez de John Astin o la Morticia de Carolyn Jones pierdan un ápice de carisma), lo cual no impidió que de vez en cuando los visitantes de la mansión fueran devorados por las mascotas de la familia (Minino, el león, se zampó a un genealogista contratado por la familia) o que Morticia enviase como “regalo” a algunos visitantes plantas antropófagas (con semejantes resultados esperables), mientras que en las películas de los 90 todos ellos eran incluso más siniestros que en los 60 y más acordes al trabajo de Charles Addams en ese sentido, pero se daba la impresión de que la mayor psicópata de la familia es la Miércoles Addams de Christina Ricci (según su madre, “está en una edad en la que solo piensa en una cosa, el homicidio”), y como ya veremos, su maldad era bastante activa y causó verdaderos estragos, no solo “jugando a intentar matar” a Pugsley, sino contra un amplio número de personajes (desde quemar hasta enterrar en vida, pasando por posiblemente matar de terror). Pugsley es tan potencialmente cruel como ella, pero mucho menos inteligente, y también hace constantemente intentonas contra su hermana, aunque por su torpeza, es quien se lleva la peor parte casi siempre.





A su vez, los Gómez y Fétido de esta versión (Raúl Juliá y Christopher Lloyd) habían sido realmente terroríficos en su juventud (jugando entre ellos a estrangularse, arrancarse dientes o hacerse cirugía cerebral, “rivalidad entre hermanos”, pero también asustando a otros), pero ahora ya se encontraban más “acomodados”, por así decirlo, pese a lo cual, encuentran tiempo en la segunda pelicula, aunque sea por accidente, para hornear a la stripper que habían escondido dentro de un pastel para la despedida de soltero de Fétido. Por su parte, Morticia se quejaba de que le faltaba tiempo para “buscar a las fuerzas infernales y unirse a su cruzada”.

La tasa de mortalidad en la franquicia siempre está presente, e incluso en la serie animada de los 90, pese a las limitaciones propias del medio, llegó a morir algún personaje (el supervillano al que daba voz Héctor Elizondo, devorado por las mascotas de la familia, aunque esta vez el afortunado que obtuvo su merienda fue el calamar gigante), así como en la serie de televisión de 1998, donde los cocodrilos del pozo también se daban un festín, tras un certero empujón de Miércoles a cierta villana. Además, del recurrente gag de las plantas de Morticia devorando carteros, en dicha serie o en la tercera película de los 90, con Tim Curry y Daryl Hannah.

Con tanto empeño por las fieras salvajes en casa de los Addams devorando gente, casi parece un homenaje repetido a “Trampa mortal” (“Eaten alive”, 1974, de Tobe Hooper), la última película de terror que contó con la presencia de Carolyn Jones, la Morticia Addams clásica.

Aun así, cualquier acto delictivo o violento cometido por los Addams debe indicarse que no será jamás un crimen “de odio”, motivado por los prejuicios o la creencia en la inferioridad del prójimo o ideas semejantes, sino un acto inherente a la propia naturaleza de los personajes, lo que le da una curiosa entidad al clan. Es decir, los Addams ni siquiera son particularmente vengativos (salvo los niños Addams), y a veces incluso consideran ciertos ataques ajenos como meramente “divertidas bromas”.

En todo caso, cabe recordar que los Addams casi siempre se enfrentan a otros villanos, representados con menor simpatía o carisma de cara al público, y de intenciones más reprobables (generalmente la codicia), con lo que con relativa frecuencia la mala leche de los Addams se utiliza más sobre otros monstruos que contra inocentes, aunque acaba ocurriendo de todo. La idea a retener es que quien intente atacar a la familia Addams, quien resulte molesto para ellos (o a veces, quien entre por la puerta, si tiene mala suerte) está en peligro, pero que los Addams no salen de casa a cazar gente y colgar los trofeos en la pared, lo suyo es más reactivo que proactivo. Al fin y al cabo, el lema familiar de los Addams, cuenta Morticia en la película de 1991 que es "Sic gorgiamus allos subjectatos nunc" (nos zampamos a los que nos someterían), y recalca que “no es solo una bella frase”. Esta actitud de la familia también la explica Miércoles (Melissa Hunter) en el primer episodio de la segunda temporada de “Adult Wednesday Addams”, cuando le dice a una niña que no debe tener miedo de los monstruos, ya que frecuentemente se ocupan de los otros monstruos, y no de personas corrientes. Claramente, se refiere a su familia “despachando” a sus enemigos.

Y pese a todo, los Addams también tienen una parte positiva, y hasta una moraleja bastante interesante. Son una familia muy cohesionada, y con unos valores familiares muy fuertes y sanos, y unos roles familiares equilibrados, en especial en la serie de los 60 (más suavizada en algunos aspectos), pese a sus naturalezas monstruosas y dementes, aunque cuanto más retorcida y oscura es la adaptación, más destaca la solidez de estos valores y este cariño entre los miembros de la familia, pese a la locura y la oscuridad. La franquicia contrapone constantemente a los Addams con modelos disfuncionales de familia, ya sea el motorista que se estrella contra la mansión Addams, Sam Sedgwick, y observa en ellos a una familia afectuosa a diferencia de su padre empresario, que lo descuidaba e ignoraba, arrastrándolo a una vida delictiva para llamar la atención (series de 1964 y 1998); O Abigail y Gordon Craven, (película de 1991) madre e hijo con más problemas que Norman Bates y su madre, al margen de la sorpresa final sobre Gordon; O Joel Glicker y sus padres (película de 1993), dos personas asfixiantes y autoritarias que tratan con desprecio a su hijo por considerarlo indigno de ellos; O Norman Normanmeyer y su hijo Norman Jr., N.J. (serie animada de 1992), un empresario obsesivo y monotemático, lleno de prejuicios, que intenta convertir a su hijo en un clon de sus filias y fobias; O los matrimonios estrafalarios de Tully y Margaret Alford (película de 1991), o Gary y Becky Granger (película de 1993). Una de las mejores sátiras familiares viene en la película de 1993, con Debbie Jellinsky, la asesina en serie de sus maridos, que pese a estar tan loca como Morticia, o más, es el opuesto exacto de la equilibrada matriarca del clan Addams, dando lugar a un par de diálogos memorables.

En el caso de Joel Glicker y de Norman Jr., los dos primeros novios de Miércoles Addams (película de 1993 y serie animada de 1992-3), es tan flagrante lo negativos que son sus progenitores, que tanto Joel en su línea argumental, como Norman Jr en la suya, antes prefieren trabar amistad con la sádica Miércoles (lo que implica potencialmente arriesgar y perder la vida), con las miras puestas incluso en ingresar en el futuro en el clan Addams, en vez de seguir bajo el paraguas de sus propias e insufribles familias, como luego veremos.

Y es que los miembros del clan Addams son un grupo muy cohesionado, que se cuidan y se respetan entre ellos, tienen vínculos muy fuertes, salvo Miércoles respecto de Pugsley y Pubis, sus muy “matables” hermanos, y aun así, a lo largo de las diferentes versiones (por ejemplo, serie animada de 1992, serie de imagen real de 1998), Miércoles ha protegido a Pugsley de diversas amenazas de fuera de la familia (matones de colegio, atracadores, secuestradores), de forma contundente y sangrienta si era necesario, dejando claro que la única que tiene derecho a matar/torturar/humillar a su psicópata hermano Pugsley es ella misma.

El director Barry Sonnenfeld, responsable de los dos clásicos de los Addams de los 90, llama a los Addams “la familia funcional definitiva”, en base a que “los padres quieren a los hijos, el padre y la madre se quieren mucho entre ellos, y ninguno de ellos cambia sus valores de forma caprichosa”. Los acaba tildando como “una familia perfecta”, en la que todos los miembros están muy unidos, respetándose su individualidad, por otra parte. A su vez, para John Astin, el Gómez clásico de los 60, siempre fue motivo de orgullo que psiquiatras de su época definieran a los Addams, más allá de su excentricidad, como “la familia más sana de la televisión”. En cuanto a aceptación y relaciones entre ellos, no cabe duda sobre su equilibrio y respeto.

Los Addams aceptan las diferencias existentes entre los miembros de la familia, sin injerencias, las respetan y las valoran. El productor Scott Rudin recalca que los Addams se quieren entre ellos también “por sus defectos”. Además, los Addams son incluso especialmente tolerantes con las minorías étnicas y demás personas que pese a ser “normales” a diferencia de ellos, se apartan del canon de la “normalidad” de algunos, y tienden a ser despreciados por los otros “normales” (véase las escenas del Campamento Chippewa, en las que comprobamos que por muy psicópata que sea Miércoles, no es ni racista, ni xenófoba ni clasista, y acaba alzándose como la defensora de los discriminados del lugar, erigida en antiheroina). En las series de los 60 y 90, y en todas las series animadas, hasta en la primera de Hanna-Barbera, vemos que muchas veces la gente que mira a los Addams con desprecio y preocupación acaba siendo de un modo u otro peor que ellos, personas intolerantes y de gran rigidez cognitiva.

Y, curiosamente, utilizar a los monstruos como metáfora y moraleja no es nuevo. La Universal lleva haciéndolo casi un siglo, desde las películas de Bela Lugosi y Boris Karloff, que se a su vez han sido acreedoras de toneladas de homenajes en la saga de los Addams, como veremos. En los clasicazos de los años 30 “Frankenstein” y “La novia de Frankenstein”, James Whale consigue que el monstruo perseguido de Boris Karloff, por las masas temerosas, cobardes e intolerantes, sea mucho más noble y digno de compasión que sus necios, irracionales y furiosos perseguidores armados con horcas y antorchas. El monstruo de Frankenstein, incomprendido y odiado, es metáfora indeleble de mil y una variantes de discriminación fruto de la intolerancia humana. A su vez, en el clasicazo “Drácula” de 1931, se cuenta la historia del célebre vampiro, que viaja a Londres a por nuevas víctimas. La historia podría haberse adaptado de forma racista y xenófoba con facilidad (el malvado conde extranjero viene a robar la virtud a las mujeres inglesas, y demás), cuando lo cierto es que no fue así, sino que el director Tod Browning, con su especial sensibilidad por lo macabro consigue lo contrario, al pintar al Conde de Bela Lugosi como el personaje más carismático e interesante del relato, y hacer parecer a los ingleses como estirados e intolerantes (en especial el insufrible Jonathan Harker), consiguiendo que parezca preferible para Lucy y Mina unirse a las filas de los No Muertos, de Drácula y “vivir” al fin, en vez de estar muertas en vida bajo el yugo de la hipócrita y represora moral victoriana. La también excelente y gloriosa versión de Francis Ford Coppola en los 90, hace incluso más evidente este mensaje, recalcándolo, aunque también lo suaviza, al hacer a Drácula menos sádico y más romántico, con lo que la disyuntiva no parece tan extrema.

La diferencia entre los monstruos clásicos y la familia Addams, es que los Addams viven en una época en la que los monstruos pueden sobreponerse a la tragedia, y sí pueden ganar en sus historias. Así, en la película de 1993, Miércoles Addams no va a acabar quemada en un molino ni con una estaca clavada en el corazón, sino que será la que se salga con la suya y llevará su “psicopática sensatez” al Campamento Chippewa, cuando lo arrase y le dé su merecido a su intolerante director.

Hay muchas otras películas que siguen el esquema de ilustrar la humanidad subyacente de los monstruos y utilizar el concepto como herramienta de sátira social y contra la hipocresía humana, ya sea “La bella y la bestia” (la de Jean Cocteau o la de Disney), “Eduardo Manostijeras”, “La novia cadáver” (o casi cualquier otro título de Tim Burton), “Razas de noche” de Clive Barker y múltiples otras obras que acarician tan interesante concepto en el que Charles Addams era un maestro.

También la franquicia encierra un curioso mensaje feminista, al ser Morticia y Miércoles en casi todas las versiones (salvo en el insufrible musical) los verdaderos pilares de la familia. Si de algo podría presumir la familia Addams es de tener personajes femeninos fuertes y carismáticos, ambas inteligentes y equilibradas, pese a su locura, en contraposición a Gómez, más pueril e inestable, o a Fétido, un extraño masoquista totalmente desquiciado, o a la habitual estupidez con la que Pugsley es representado. Que Morticia fuera la cabeza de familia ya en una serie de los 60 fue algo muy sorprendente y llamativo para la época, y es un concepto casi siempre presente en la saga. Incluso está el hecho de que el mejor y más peligroso antagonista de la historia de la franquicia, de hecho, sea una mujer, la Debbie Jellinsky de Joan Cusack.

No obstante, no es un feminismo ni panfletario, ni monolítico, ni de extremismo político, que intenta vender a ultranza un arquetipo. Es más, frente a la Morticia de sólidos valores familiares, cómoda en su papel de esposa y madre, y con 5 hijos (los dos canónicos, Miércoles y Pugsley, el bebé de las películas, Pubis, y los otros dos hijos que tenía Carolyn Jones en el telefilm que continuaba la serie), tenemos a la Miércoles que ni quiere casarse ni tener hijos, siendo ambos personajes válidos y bien perfilados, además de muy capaces y competentes. Más bien es una inteligente y hábil construcción de personajes sólidos y carismáticos.

Las historias de la familia Addams (corrigiendo, las adaptaciones buenas, que también hay algunas patéticas, pero afortunadamente, muy pocas) funcionan, por ejemplo, como una película de Pixar, que tras una primera capa de absoluto e inteligente entretenimiento, encierran también un mensaje muy interesante. Además, los niños apreciarán unas cosas de las películas y series, mientras que los adultos detectarán otros aspectos de interés.

Resulta interesante encontrar este mensaje de tolerancia, antixénofobo y antidiscriminatorio, totalmente inteligente y sutil, así como recalquemos, nada panfletario, en medio de una franquicia sobre una familia de psicóticos y psicópatas, y es uno de los elementos que enriquecen más a la saga, y que la hacen más poliédrica. Los Addams pueden ser héroes, antihéroes y villanos, todo y nada a la vez, en su universo.


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