Stephen King, la verdadera mitad oscura






“I´m looking for the face had before the world was made”

Yeats, The winding Stair

King, en el abismo de la ficción y la realidad

El campo de la literatura de terror no ha progresado mucho en general. El primer autor de terror respetado literariamente fue Edgar Allan Poe, básicamente por romper con la concepción romántica en la composición de la literatura. Para el bostoniano la inspiración no existe, todo es producto del frío cálculo. Años después Lovecraft establecería su propio mundo, con una mitología perfectamente desarrollada, además de legitimar su propio campo logró muy interesantes trabajos con el aspecto enunciativo (quién refiere la historia) de los textos. Sin embargo, en general, las otras grandes obras del terror no tienen un importante peso literario en comparación con estos dos autores.

El terror es un campo poco explotado por la literatura de punta, creo poder decir que el autor que volvió a meter la tinta en la arena literaria, después de muchos años de estancamiento, es el prolífico escritor de Maine, Stephen Edwin King.

La literatura toma forma diferente, no sólo en cada cultura, no sólo en cada autor, sino en cada obra. Cada libro es un universo completamente distinto, los escritores evolucionan, y su literatura también, pero existen marcas en su escritura que se mantienen indelebles con el paso el tiempo. Existe una circunstancia en especial que afecta absolutamente a todos los escritores, y por más que la crítica literaria, desde los estudios formalistas, intente evitar a toda costa continúa funcionando incuestionablemente. Este factor se ratifica en lo evidente o acecha desde las sombras, forma parte de la obra de manera explícita o brota de las raíces del texto de manera inconciente, me refiero a la vida del autor.

Stephen King, el tantas veces nominado Gran Maestro del Terror, es posiblemente uno de los autores de este género que más radicalmente ha volcado su vida en su obra, convirtiendo su historia personal en ficción, y su ficción en su vida.

Es imposible determinar completamente hasta que punto ha insertado sus experiencias personales en su literatura, pero sin lugar a dudas hay un gran número de situaciones pertenecientes a su vida que de manera directa (o casi directa) se han convertido en papel novelar. La ratificación de estos hechos se puede comprobar a partir de las mismas declaraciones de Stephen King así como también a partir de deducciones que derivan de la evidente simetría de ciertos sucesos de su vida que se reflejan en su obra. A continuación un muy breve resumen acerca de algunas de las obras que han sido motivadas directamente a partir de experiencias del propio novelista de Maine.

Por ejemplo: El Resplandor, es la historia en la que descarga sus fantasmas de adicciones, Stephen King no sólo fue alcohólico, fue un drogadicto que conoció muy bien las sombras del vicio. Durante 1987, mientras escribía Tommyknockers, debía ponerse algodón en sus oídos para evitar la sangre de las hemorragias producidas por el consumo irrefrenable de cocaína, también reconoció que durante los ´70 hasta consumía pasta dental. Cuando le preguntan por los fantasmas del Overlook Hotel también suele contestar que son reflejos del ser humano, de sus miedos y sus inseguridades. King contó que concibió la historia un día en que su hijo menor Owen Phillip hizo unos garabatos a unos borradores suyos, cuando Stephen vio a su hijo se dijo a si mismo: ”Lo mataría”.

En Cementerio de Animales la motivación nace cuando su hija, Naomi, pierde a su mascota, un gato que fue arrollado por un camión. Enterraron al gato en un cementerio de mascotas, Stephen se preguntó que sucedería si el animal volviera pero cambiado, y que pasaría si no sólo los animales pudieran volver. Así como los fantasmas de El Resplandor abren el camino para hablar de la condición humana, de la misma forma esta novela es la que mejor trata el tema de la vida y la muerte.

En Las Brujas de Salem traslada mejor que nunca su experiencia como vecino pueblerino, en esa novela instala el concepto de “maldad cotidiana”. Muchos de los personajes que integran sus ficciones son en sí mismos tomados de la vida real, el San Bernardo de Cujo, el Plymouth 1958 de Christine, las canciones infantiles que traslada a It.

En esta última novela su alter-ego se encarna en Bill Denbrought, un joven popular en su grupo pero sumamente excluido en general, algo parecido a lo que le pasaba al joven Stephen; pero tal vez la relación más interesante sea que ambos fueron niños escritores, lo que me conduce poco a poco al tema central.

La imagen del escritor es sumamente importante en la literatura de Stephen King, no es como todos los motivos citados anteriormente, el escritor no es casual, ni termina su actuación cuando se termina el libro, por el contrario cada libro protagonizado por novelistas describe una parte de lo que Stephen King siente hacia la literatura y todo lo que ésta implica en su vida, la imagen del autor es el aporte más fuerte que realiza Stephen King a la literatura.

En Un saco de huesos purga sus sensaciones de escritor bloqueado (durante un período, ya que es uno de los más prolíficos que jamás existió en este rubro), es una bella historia de fantasmas pero que es atravesada por la idea de que la imposibilidad de escribir es una enfermedad que suelen sufrir los escritores, normalmente asociado a una gran depresión, en este caso la muerte de Joanna (y en el caso de It la muerte de la Tortuga).

En El pasillo de la muerte Paul Edgecombe es un escritor que escribe sobre los sucesos acontecidos 60 años atrás ante la presencia de John Coffey, la novela se construye sobre la selección de material textual que el escritor hace de la historia, es decir lo que escoge recordar, la memoria en este caso es la historia, pero sólo pueden existir gracias a la literatura, o lo que es lo mismo la tarea escrituraria de Paul Edgecombe.

En Jardín Secreto se trata el tema del plagio, del ataque de un supuesto “loco” sobre la casa de Morty, este acontecimiento efectivamente le sucedió a King, su esposa atendió a un sujeto en la calle que amenazaba con hacer explotar una presunta bomba, acusando al autor de plagio, justo como sucede en la obra, luego el relato se vuelve una interesante operación sobre la apropiación textual.

En Mísery se trabaja sobre el fanatismo desenfrenado y la opresión que sufren los escritores por culpa de sus ficciones, para algunos más reales que el mismo autor. La novela supone que Katie Bates considera a Misery más real que a Paul Sheldon, más allá de la idea de una mente desbordada, puede verse desde el otro lado del espejo como la ficción subordina a la realidad manifestándose en el delirio.

En It Bill toma el báculo, es el hacedor, con su mente logra crear y deshacer a discreción, su imaginación simboliza el potencial creador de la literatura que abre y cierra el libro, It es la ficción consumiendo a la realidad y finalmente consumiéndose a sí misma, la mentira literaria a favor del Bien y del Mal. La ficción que puede crear Bill, y en menor parte sus amigos, es la única arma que tienen contra el horror.

Estas obras son literariamente interesantes, buscan más que una simple historia de terror, las pautas planteadas van hacia un metatexto, el escritor escribe sobre escritores, el escritor crea escritores, el escritor que es Stephen King se encuentra esparcido en su literatura, y la lectura minuciosa y sistemática de su obra permite recolectar sus rastros de espejo roto para poder leer diáfanamente su alma de artista, más allá de los best sellers, más allá del merchandising, más allá de ser el escritor de ficción más vendido de la historia.

A continuación realizaré un breve análisis sobre la que considero la mejor novela de Stephen King desde el aspecto artístico, La Mitad Oscura.

 
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