Coherence » Crítica

Por Carlos Marín

No quiero ni definir ni hacer apología de la ciencia-ficción barata, ni como salvación del género - ahora más que nunca en el punto más blockbuster - ni como ejemplo de lo que es un autor haciendo hard algo que en cine se considera muy de frikis. Pero es que Coherence es una de esas sorpresas TAN bien realizadas de cabo a rabo, TAN bien escrita y TAN bien interpretada que dan ganas de sacarla a todos y cada uno de los mercados existentes, apuntar una luz de foco hacia ella y gritar: ¿VEÍS COMO SE PUEDE?

Adopta la estructura "cena con amigos que se trunca por algo aterrador" que viene más allá del Angel Exterminador de Buñuel (sic) y que si bien no tiene tema concreto - si digo madurez otra vez me estallará la cabeza - sí que cree a pies juntillas en sus personajes, que son los que al fin y al cabo te van a sacar las castañas en algo que es puro, puro guión y diálogo. Entra la originalidad en escena para montarlo todo patas arriba en un fino punto que separa la coherencia de la incoherencia, lo explicable en una discusión y lo "hizo un mago".

Pero que bien que está parido en ese sentido, maldita sea. La introducción de la metafísica en un escenario como el que se desarrolla se entiende, y todavía no sé como narices lo hace. Se entiende pero confunde, porque al igual que los protagonistas de la historia estamos intentando entender qué hay en esa otra casa y quien es quien en cada momento. Va viajando poco a poco hacia la paranoia y el caos tan cómodamente que podría morderte perfectamente a la cara y no enterarte. Una pasada.

No sé si hablar de ella como un puzzle, porque en un puzzle encajarían las piezas y con esta tengo mis dudas. Para poner un referente se podría hablar de Donnie Darko, hablando de esa sensación de "joder si lo he entendido, pero no acabado de entenderlo, pero es tan buena que ahora mismo me la suda". Ese es el estilo, esas son las narices que le echa y el resultado no podría ser más positivo.

Empatiza como un 10 con el público gracias a un esfuerzo en atacar las presentaciones con mimo y cuidado, marcando bien las casillas donde todo el mundo está y que permiten cambiar las piezas siempre que quiera. Juega como un trilero de manera descarada, incluso saltos entre plano y plano que se puede discutir si siquiera son en el mismo escenario. Te lo tragas, sin querer, sin pestañear... y PAM, ya has perdido la carta de nuevo. Hacerlo sin que te duela soltar otro billete más para intentarlo de nuevo no es admirable, es lo siguiente.

Lograr sobrevivir a la cámara Parkinson tan ligada con el indie y traspasar la frontera del guión convierten el visionado de Coherence en obligado, divertido y desafiante. Casi como un enigma que te lanzan a la cara durante más de 90 minutos y del que solo quieres resolver cada una de las esquinas, hasta llegar a la mayor conclusión de todas: entenderlo completamente es imposible, pero amarla hasta los huesos es un descubrimiento irresistible. Una joya - no diré de culto no diré de culto no diré de culto - con un gusto y un estilo como los que aparecen muy de tanto en tanto. Increíble.

Lo mejor: su pedazo de guión, la manera con la que juega el misterio y sus actores

Lo peor: hay que hacer un breve ejercicio de credibilidad para ver que, quizás, no todo encaje.

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