El Intercambio » Crítica

Por Miguel Martín

Clint Eastwood sigue la senda marcada por sus anteriores trabajos como director y firma un film duro y contundente. ‘El intercambio’ narra la trágica historia del secuestro de un niño, de la devolución de un chico extraño a la desconsolada madre y de la lucha de esta contra el ineficaz servicio policial.

‘El intercambio’ narra varias historias en la misma película, y Eastwood mantiene el tipo en todas ellas haciendo que no decaiga el interés en ningún momento. Funciona como melodrama (aunque en ocasiones bandee ligeramente hacia la lágrima fácil), funciona como cine denuncia (criticando la prepotencia y corrupción de la violenta policía de los años 20), funciona como thriller (la investigación sobre el asesino de niños pone los pelos de punta) e incluso como drama carcelario. Clint Eastwood es perro viejo y sabe como alternar todas las historias para subrayar el crisol de emociones, de virtudes y de defectos que caracterizan al género humano. Frente a la sinrazón de la mezquindad de las fuerzas del orden o de la brutalidad y locura de un asesino en serie, sobresale la desinteresada bondad de un reverendo en busca de la verdad o la esperanza de una madre injustamente ninguneada.

Clint Estwood consigue que con un argumento propio de telefilm de sobremesa (la etiqueta de ‘basado en hechos reales’ pesa demasiado) el resultado de su película sea de una factura infranqueable. Sin duda ‘El intercambio’ no es su mejor película como realizador, quizás por cierta tendencia sensiblera (especialmente hacia el final del film), tal vez por lo pretencioso de la propuesta (todo el guión huele a película-con-intención-de-Óscar). Sin embargo cuenta con gran cantidad de virtudes, desde la brillante ambientación hasta las interpretaciones (gran Angelina Jolie), como para no quedar deslucida frente a alguna de sus más logradas obras maestras. Además nos acerca una trama extrañamente desconocida (sorprende que esté basada en una historia real), indignante y perturbadora, y lo hace con una sobriedad única y sin concesiones. Eastwood no nos ahorra ningún detalle, y nos muestra de una manera a ratos sutil y a ratos efectista detalles que en manos de cualquier otro realizador habrían rozado lo grotesco.

El tema sobre el que versa la película es escabroso, aunque tanto el guión de J. Michael Straczynski como la dirección de Clint Eastwood prefieren centrarse en el misterio que se oculta tras la desaparición y en la creación de unos personajes fuertes y creíbles. Lástima que el exceso de duración lastre en cierta manera la película, aunque sin lugar a dudas es una buena ocasión para descubrir uno de los más oscuros sucesos acontecidos en Los Angeles sin caer en el morbo exagerado y en el drama facilón.

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