2001 Maniacos » Crítica

Por Carlos Marín

Allá por el año 1964 H.G. Lewis estrenó una de las primeras películas gore de la historia, con grandes dosis de sangre, sexo y humor negro, convirtiéndose en un clásico de los clásicos entre los aficionados y una referencia para una gran legión de cineastas. Por eso no es de extrañar que la gente temiera lo peor cuando anunciaron un innecesario remake de este film de culto, esperando lo que sería una adaptación más "light" para un público algo más sensible que el aficionado gore común. Pero al contrario de lo pensado, esta revisión de la obra de Lewis sorprende por su gamberrismo y su mala leche. Volvemos a los 70 amigos míos.

Tenemos al típico grupo de jóvenes con hormonas disparadas en un pueblecito sureño acogedor que guarda más secretos de los que parece... Comienzan las raciones de sexo, pechos y humor grueso (el niño que tortura a gatos, el tonto del pueblo que intenta fornicar con la oveja...) que invaden toda la primera parte de la película. Pero claro, esto es solo la preparación para lo que verdaderamente vale la pena del film: las fiestas macabras de los 2001 maníacos que dan título al film.

El gore es (no sabemos si en homenaje a la original o por falta de presupuesto) absolutamente barato y casposo, cumpliendo las expectativas de risas y casquería que tanto gustan. Pero si hay algo de lo que peca este remake es de la falta de escenas de este tipo. El director parece tener potencial para crear escenas cafres y divertidas (véase la de la chica atada a los caballos) pero acaba en un quiero y no puedo, dejando la sensación de que podían haber más imágenes de este tipo. Una pena, la verdad.

Mencionar de una manera especial el papel de Robert Englund encabezando al pueblecito asesino. Su actuación es exageradamente sureña, divertida y a la vez escalofriante. Lejos está del papel de Freddy al que todos asociamos cuando le vemos en pantalla, consiguiendo sobresalir por encima de todos los actores de la cinta (que bueno, tampoco es muy difícil) y regalándonos un personaje casi tan carismático como el alcalde del 2000 maníacos de los 60.

En general es una joyita de gore que el aficionado medio no se debería perder. La lástima es que han pasado más de 40 años desde el estreno de 2000 maníacos y las formas del terror han cambiado. Quizás eso haga que el film confunda al intentar mezclar el cine de entonces con el actual, llegando a un final bastante predecible y que, aunque deja bastante satisfecho, nos hace extrañar más elementos de la época dorada del gore en nuestras pantallas. Por si acaso, mantengamos el nombre de Tim Sullivan, director de 2001 maníacos, en el punto de mira.

Lo mejor: El humor negro y gamberro, las torturas a los protagonistas y la actuación de Robert Englund, soberbia.

Lo peor: Que prepara bien el terreno para una buena dosis de escenas gores y casposas, pero se queda a medio gas. Las actuaciones de los jóvenes protagonistas.

La cita: "Ojo por ojo, Mr. Lee" (alcalde de Pleasent Valley)

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