Viaje a las tinieblas » Crítica

Por Emilio Martínez

La carrera cinematográfica de Mick Garris siempre ha ido de la mano de la de Stephen King. De hecho, las miniseries televisivas de El resplandor, Apocalípsis o la fantástica y olvidada Sonámbulos llevan su firma. Por tanto, no era de extrañar que su siguiente proyecto fuese adaptar una nueva novela del escritor afincado en Maine.



Riding the Bullet, o Montando en la bala como se tradujo en nuestro país, es una de las obras más personales de King. Ambientada en 1969, tiene como protagonista a un joven hippie obsesionado con la muerte que debe realizar en auto-stop un viaje por las carreteras del estado tras conocer que su madre ha sufrido una embolia. En su viaje deberá enfrentarse a sus miedos y fantasmas, a su pasado y futuro.



Al igual que ocurre con El juego de Gerald o con toda la saga de La Torre Oscura, a priori la adaptación cinematográfica de Montado en la Bala se podía antojar difícil. El cúmulo de flashbacks y la importancia de lo que piensa y siente el personaje de Jonathan Jackson tienen una gran importancia en el desarrollo de la historia. Sin embargo, la primera media hora es un impresionante ejercicio de dirección y edición por parte de Garris, alejándola por completo de lo que se espera de un producto pensado para la televisión. No obstante, acaba abusando de su virtud y llega a convertirse en repetitivo.



Pese a que el comienzo puede resulta bastante comedido y bastante alejado de lo que esperamos de la mente de King, en el momento que aparece el personaje de George Staub, Riding the Bullet se convierte en un entretenidísimo capítulo de Los límites de la realidad gracias al fantástico tour de force que ofrecen Jonathan Jackson y David Arquette.



Concluyendo, Riding the Bullet no es más que una road-movie plagada de monstruos y fantasmas que dosifica a partes iguales terror y drama. Tal vez, esta última parte sea lo que eche hacia atrás a los más puristas del género.

» Ficha de la Película