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Por Rubén Pajarón

La paranoia alien regresa con fuerza de la mano de Scott Stewart, apadrinado por “el productor de Paranormal Activity e Insidious”, frase que seguramente estaréis hartos de ver repetida en el marketing de numerosas películas modernas, y que haciendo balance se ha erigido como un sello de confianza para el espectador medio.

Los títulos producidos por Jason Blum son sobradamente conocidos y reconocibles; “Sinister”, “Insidious”, “The Bay”, “The Lords of Salem”, la saga de “Paranormal Activity”, esta “Dark Skies” o “The Purge”, son claros ejemplos del perfil de cine que busca este hombre, pese a sus marcadas diferencias temáticas (posesiones, demonios, plagas, brujas, fantasmas, alienígenas y asesinos respectivamente). Películas de terror rigurosamente niveladas, ni indies ni mainstream, ni adultas ni juveniles, ni atrevidas ni apocadas, ni arriesgadas ni trilladas, ni dramáticas ni desenfadadas; cine normalito (convencional diríase), esmerado y de buena factura técnica, con predilección por historias intimistas enmarcadas en entornos aislados.

Puede que a Scott Stewart le traicione su curriculum como director, ni abundante ni relevante (“Priest”, “Legion”), pero su buen hacer en la industria está más que avalado por su intachable historial en el campo de los efectos visuales. En “Dark Skies” hace acopio de todo su talento para conseguir la mejor película de su filmografía hasta la fecha, un entretenido y satisfactorio título de invasiones alienígenas a pequeña escala.

La familia Barret no está pasando por su mejor momento. Daniel ha sido despedido recientemente y ve difícil encontrar otro trabajo, su hijo mayor, Jesse, acaba de entrar en la complicada edad del pavo, y el pequeño Sam parece sufrir episodios de paranoia y esquizofrenia, un fenómeno ligado a los extraños sucesos que empiezan a experimentar por las noches. Sólo la esposa de Daniel, Lacy, parece mantener el control de la situación, hasta que descubre con sus propios ojos que su hijo no está loco, y que en realidad no están solos ni seguros en su hogar.

“¿Si fueras a conquistar el mundo empezarías por Washington, en plan Independence Day, o entrarías por la puerta de atrás?” Imposible olvidar esta mítica frase de Kevin Williamson, el rey de la metarreferencia cinéfila, escrita para “The Faculty”. “Dark Skies” pertenece al segundo grupo, en la línea de “Señales” o “Los Ladrones de Cuerpos”, aunque curiosamente su mayor referencia no se encuentra en el cine de alienígenas. “Dark Skies” guarda un peligroso y más que sospechoso parecido con “Poltergeist”, punto en el que suele coincidir la mayor parte de críticas y opiniones. Podría decirse que es un remake encubierto del clásico de Hooper (o Spielberg, según se mire), sustituyendo fantasmas por marcianos, a la niña por un niño, y a la parasicóloga por un ufólogo. El resto se mantiene, tanto en el bosquejo de la historia como en los pequeños detalles; sólo falta que la casa estuviese construida sobre un ovni.

Es posible que al espectador le suene esto y aquello de diversas historias, “Dark Skies” no deja de ser un acopio de ideas recicladas, pero aún con todo es una película muy recomendable que engancha desde el primer minuto y no te suelta hasta el final, mérito que hay que agradecer al excelente trabajo de fotografía, sonido, edición, actores, postproducción y dirección.

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