Es en 1974 cuando Larry Cohen realiza la que seria la película que le inmortalizaría entre los fans del cine de terror, la más recordada, y uno de los títulos claves en el moderno cine de terror. “Estoy vivo” (It´s alive).

Nos cuenta como la pareja Davis (John P. Ryan y Sharon Farell) da a luz a un monstruito que solo piensa en matar y comerse a los demás. Tras esta disparatada premisa nos encontramos con un cruce entre melodrama y terror, cargado de mala leche pero sin escatimar un toque de parodia malsana. El causante de los bebés mutantes es el abuso de píldoras anticonceptivas, y los Davis, en un principio sentirán rechazo hacia el bebé, para al final, no poder evitar sentirse unidos a su retoño. La película estuvo tildada de muchas formas, apología del aborto, fascista y un largo etc… de despropósitos. Pero fijándonos en ese guiño de Cohen en la parte final del film en el alcantarillado hacia la obra de Gordon Douglas “Them” (La humanidad en peligro, 1954), podemos entender que la única parábola o metáfora que el señor Cohen pretende darnos es, la de que los humanos somos los culpables de todos nuestros desastres. De igual forma que otro de los malos del film (ya todo un clásico), es el creador de las píldoras anticonceptivas, que intentará a toda costa destruir al bebé para así no dejar rastro de culpabilidad hacia la fuente de sus ingresos. Cohen, pues, no pretende con esta obra que nos devanemos los sesos buscando lecturas antiabortistas y demás, él mismo se declara a favor de la libre elección, si no mostrarnos a una pareja que las pasará canutas cuando sus vidas se ven truncadas por la tragedia. Si que el detonante es, los peligros de ese fármaco en el feto, pero el debate claro durante todo el film, lo vive el torturado Frank Davis, con el que parece que Cohen pretende que intentemos identificarnos, dándole mucho mas protagonismo a su frenética carrera que no a la del bebé mutante. Una frenética carrera que es incapaz de controlar; en un momento vende el cuerpo del bebé a la ciencia por una cuantiosa suma (Frank Davis trabaja en publicidad, uno de los mecanismos del supercapitalismo), luego aceptará al monstruo, es su hijo y este le necesita.

Los creditos fueron realizados Con unas simples linternas.
El film fue un éxito rotundo, para la Warner Brothers, el mayor desde “May fair lady”. Y la realización, bastante más que correcta. Cualquier rasgo de aspecto televisivo que podamos conjeturar en el principio del film, se pierde al poco tiempo. Sobretodo cuando presenciamos el nacimiento del bebé, una de las escenas mas impactantes de la película: Frank Davis espera en el pasillo del hospital cuando ve salir a un medico de la sala de partos. Este lleva la cara ensangrentada y se desploma en el suelo. Davis corre hasta el interior de la sala y se encuentra a todo el equipo medico asesinado y toda la sala ensangrentada.

Para la Banda sonora cuenta con el magistral Bernard Herrmann (Psicosis), quién acababa de reñir con William Friedkin, con quién se encontraba trabajando para la partitura de “El exorcista”. Larry y Herrmann acabaron siendo grandes amigos hasta el dia de su muerte. Otro de los grandes que participaron en el film fue un todavía joven y desconocido Rick Baker en la creación del mutante. Creación no demasiado conseguida quizás, por razones presupuestarias, pero bien resuelto en la película mediante el uso de cámara subjetiva y apariciones del bebé entre penumbras.
Después de un par de trabajos para la televisión, vuelve a su faceta de guionista-productor-director con la película “Demon” (God told me to, 1976). Aquí, tenemos otra premisa igual de interesante y delirante: Dios es un alienígena hermafrodita.

El escenario, New York, En el, Cohen nos sitúa otro thriller con toques fantásticos, rozando algún que otro plumazo blaxploitation, un estilo documental intencionado y, sin lugar a dudas un rasgo hitchcockiano (como comentaba antes, su amigo Bernard Herrmann murió durante el rodaje de “Demon”, y esta, está dedicada a su memoria). La película es todo un divertimento neoyorkino y setentero total. El alienígena de turno se dedica a ordenarles a diferentes ciudadanos que liquiden a los inocentes transeúntes, por lo que Cohen nos brinda escenas con francotiradores, energúmenos que se lían a tiros en medio de desfiles y demás locuras entrañables para fans de pelis setenteras. Se comenta que el título de “God told me to” (Diós me lo ordenó) fue cambiado por el de “Demon” por consejo de Roger Corman. Según el, la gente tendría dificultades para acordarse de dicho título.

Muchos, en cambio, creen que fue debido, a las críticas que tuvo el film hacia su ataque claro contra el fanatismo religioso. En una entrevista, Cohen explica que la idea le surgió durante una visita a la Nacional Gallery de Londres: “Estaba paseando, mirando alrededor y pensando- Jesús, dicen que las películas son violentas; mira esas pinturas. Ese santo tiene 77 flechas clavadas en la espalda, ese muchacho despedazado, y esas mujeres violadas…No hay nada mas violento que la Biblia.- El protagonista se encuentra con que todos los asesinos de masas se han topado con un tipo con gran parecido a Jesucristo, quien les ha ordenado realizar los crímenes. Por otra parte, las lecturas que puede sugerir el film, son muchas, y no todas deben centrarse en la religión. Por ejemplo, Cohen, lo resume de esta otra forma en una entrevista extraída del libro “Cohen & Lustig”:
-En “God told me to”, en el fondo no hago mas que representar el lado oscuro de la leyenda de Superman. Superman viene a la Tierra, tiene poderes y decide hacer el bien. En mi película es al revés. Superman llega a la tierra, ve que es superior, se considera a si mismo como un Dios y obliga a los demás a tomarle por tal y a obedecer su voluntad.-
En 1977 ataca con “The private files of J. Edgar Hoover”, una de sus mejores películas. Puede que poco conocida por los problemas que tuvo con la distribución. No olvidemos que en los USA, el amparo ante la piratería viene proporcionado por el FBI. Y la película se las trae. Nadie queda a salvo de una dura crítica y ante todo el FBI. Y seguidamente, en el 78 vuelve con los bebés mutantes en la secuela de “Estoy vivo”,…
“It lives again” (¡Sigue vivo!)

Aquí nos presenta a una pareja, los Scott, aterrorizados por la información que Frank Davis les proporciona en una inesperada visita: el bebé que Jody lleva en sus entrañas es un monstruo y, su hogar, está vigilado por agentes del gobierno en un decidido intento de dar muerte a la criatura. Una vez mas se crea el debate sobre el destino de la criatura ¿Es, sea lo que sea, nuestro hijo? ¿O es una amenaza para la sociedad, y debe ser destruido?
A partir de ahí, la película se vuelve cién por cien, digamos “Coheniana”. Es decir, un trhiller frenetico desde la huida de Davis, Scott y la madre a punto de dar a luz, revolver en mano. Con el fin de ocultarla en la mansión del Dr. Forrest, un simpatizante de los bebés mutantes que pretende domesticarlos.

De las criaturas se vuelve a encargar Rick Baker y la melodía vuelve a ser la de Herrmann. Como curiosidad, los trajes diseñados para esta secuela, eran ajustados a partir del cuerpo de la esposa de Rick. Rick siempre disponía de su mujer en casa en cualquier momento para probar y ajustar los trajes. Y como ayudante de Baker para esta película para la creación de máscaras y demás, encontramos a Rob Botín, toda una futura estrella de los FX.
En 1979 escribe y dirige para televisión “See china and die”, estrenada en vídeo con el título “Donación sangrienta”. La película es un episodio piloto para una serie que no vió la luz, “Momma the detective”, alargado hasta convertirlo en un largo.

En 1981 escribe, produce y dirige “Full moon high”. Una comedia de terror con un adolescente licántropo. La películita está protagonizada por Adam Arkin, quién mas adelante trabajaría en “Halloween H20”.
Pero al año siguiente, empieza a trabajar como productor en “Yo el jurado”, pero como buen astuto hombre de negocios que es, se acaba dando cuenta enseguida de que la American Cinema va camino de la bancarrota, por lo que decide abandonar el proyecto y emprender un proyecto propio. La elección fue una gran suerte, pues el trabajo que realiza después trata sobre una serpiente alada que aterroriza New York. La película: “Q: The winged serpent” (La serpiente voladora), uno de sus mayores éxitos.
En ella nos ofrece otra de esas alocadas y absurdas premisas, esas que solo el puede convertir en historias sorprendentes, divertidas y que te atrapan desde principio a fin: Un antiguo Dios azteca con forma de serpiente voladora, ha hecho su nido en New York y, su dieta, albañiles y las chicas en bikini que toman el sol en las azoteas de los rascacielos ¿No les parece brillante? A todo esto súmenle el dúo de actores protagonistas: David Carradine y Michael Moriarty.

La película resulta entretenida desde principio a fin, tanto por el monstruo alado, como por los personajes, sobretodo por el de Moriarty. Solo comenzar el filme, en apenas unos minutos, nos muestra como decapitan a un tipo, la policía de Nueva York descubre un cadáver desollado, la serpiente se lleva a una chica en top-less y cunde el pánico por las calles ante una lluvia de miembros humanos amputados y sangre.
Escenas parecidas a las que vemos en “Demon” durante el ataque del francotirador, parece que esa idea le atrae a Larry Cohen. Insiste aquí con el tema de un Dios jugueteando con los pobres humanos de a pié. En este caso, Quetzalcoatl un Dios azteca y tolteca también conocido como “la serpiente emplumada”, es resucitado por unos rituales y la serpiente acaba anidando en el mítico edificio Chrysler, donde pone un huevo del tamaño de un elefante!!! Jimmy Quinn (Moriarty) protagoniza la historia paralela a la trama de los ataques de la serpiente: un ladronzuelo de poca monta, participa en un atraco frustrado, y durante su huida se refugia en el edificio Chrysler, donde descubre el nido. Tras ello, intentara chantajear al ayuntamiento de Nueva York, ofreciéndoles la ubicación de dicho nido a cambio de un millón de dólares. La otra historia, es el seguimiento del sacerdote y su rastro de victimas a cargo de un policía interpretado por David Carradine. Todo ello cargado de mucha moraleja, sobre la sociedad, respecto a la idea de tenerlo todo dominado mediante el capitalismo y demás.
