Vincent Price: Retrospectiva
Por Ferrán Ballesta
Los crímenes del museo de cera (1953)
Cuando Vincent Price ya se había consolidado como un secundario de lujo, habiendo trabajado con grandes directores y estrellas de cine, en el año 1953 su vida dio un giro de 90º que significó su perdición dentro del cine de terror, estereotipando así al actor como personaje malvado de lujo dentro del género. Suerte tenemos los aficionados al fantastique que la Waner Bros le ofreciera el papel del prof. Henrry Jarrod en la película Los crímenes del museo de cera, un remake del film de Michael Curtiz (Casablanca (1942)) del año 1933, llamada Los crímenes del museo. Esta nueva versión contaría con la dirección de André De Toth, quien dotó el film de mucha más violencia y espectacularidad visual gracias al uso del Warnercolor y el efecto 3D, convirtiéndose así en la primera película que usó este efecto voluptuoso con sonido estereofónico, un logro por parte de la productora. Y la película en general, que superó con creces su predecesora en todos los sentidos convirtiéndose hoy, no solo como obra maestra dentro del género sino como indiscutible clásico dentro del cine.
La película trata sobre el profesor Jarrod (Vincent Price) un escultor de figuras de cera que ve quemado el trabajo de su vida, por culpa de un socio que pretende cobrar la indemnización del seguro. Después del desastre y la pérdida de su valía física como escultor, Jarrod decide junto a su ayudante Igor (un sorprendente Charles Bronson mudo y ya culturista), reabrir otro museo de cera mostrando la cara más amarga de la humanidad, con asesinatos de renombre histórico, pero con la oscura intención de vengarse de un modo totalmente grotesco...
La película ve nacer al nuevo Vincent Price, el que como cinéfilos de terror nos ha regalado grandísimas películas, pero que para el actor significó su resignación y perdición dentro del cine, encasillándose dentro de la serie B, en películas pulp, o participando en películas de Roger Corman (con lo que significa). El renacimiento de Jarrod durante el segundo tercio de la película hay un diálogo que resume esa transformación, cuando le es preguntado por el motivo que le supuso el cambio de contenidos en su museo de cera (anteriormente repletos de belleza) por los de asesinatos, y la respuesta de Jarrod se limita a decir que ya no puede crear belleza porqué ha cambiado física y mentalmente. Aquel Vincent Price murió y nace lo que sería su segunda etapa como actor, la de actor ideal para encarnar a personajes con psiques turbias tendentes a la aberración.
En cuanto a la película sobran las palabras, es una maravilla del género de terror y totalmente imprescindible. Técnicamente impecable, con una puesta en escena deslumbrante especialmente por sus escenarios recargados de atrezzo, con un detallismo impresionante, que dan gala al gusto y sutileza con la que André De Toth y la misma productora Warner producieron este título. Apenas 3-4 escenarios son suficientes para la crear un ritmo narrativo con sus dosis justas de acción dentro de su apariencia de cine clásico, no es necesario más, el guión a cargo de Crane Wilbur se interesó bastante en aprovechar el uso del 3D, buscando la acción mezclada con el uso de una música solvente a cargo de David Buttolph que marca ritmo sin descuidar los momentos de tensión. Y no hay que olvidar el maquillaje, importantísimo, que aparte de hacer un grandísimo trabajo, nos ofrecieron a uno de los poquísimos Vincent(s) Price a cara cubierta. Obra de Gordon Bau (uno de los más grandes maquilladores que ha tenido el cine), diseñó un complicado maquillaje que alargaba el proceso de caracterización que sufría Price hasta las 3 horas, y lo mismo en quitarse. Mucho sufrió el actor en este proceso, incluso con un desmayo por falta de oxigeno durante el rodaje, que a veces se alargaba hasta las 10 horas.
Sin duda una joya influyente y clave dentro del cine, y en la carrera del actor.