Duelos de Personajes Icónicos



Waldemar Daninsky (Paul Naschy) VS Los Templarios





Waldemar aparece en “La marca del hombre lobo” (1968), y sus abundantes secuelas, de las que destaca “La noche de Walpurgis” (1971), “La maldición de la bestia” (1975) y “El retorno del hombre lobo” (1981), mientras que los Templarios proceden de “La noche del terror ciego” (1972), “El ataque de los muertos sin ojos” (1973) (película más sólida que la primera parte), y dos secuelas más. Ambos son iconos del cine de terror español en su primera gran oleada, y de hecho existió un proyecto para enfrentarlos, que no acabó de cuajar (desgraciadamente). Los sucesos de ambas franquicias transcurren en general en el presente de la época en que fueron filmadas.

Waldemar Daninsky es un hombre lobo. Realmente, no es una persona malvada, sino que es noble y trágico, valiente y carismático, atrapado por sus circunstancias personales en una espiral de violencia. Los Templarios, tal y como son descritos en esta película (no comento los hechos históricos reales, que no tienen relación alguna con el film, salvo en el nombre), son una orden de sacerdotes guerreros bastante sádicos, que fueron masacrados por un pueblo en Portugal, que quedó harto de su crueldad y atrocidades, en el siglo XIII. Los Templarios amenazaron con volver de la muerte y vengarse, razón por la cual fueron cegados por sus ejecutores, para dificultar su venganza.

Waldemar, obviamente, solo se convierte en lobo en noches de luna llena. Los Templarios solo actúan de noche, mientras que durante el día son cadáveres inertes. De noche, son más bien como los Nâzgul de “El señor de los anillos”, los Espectros del Anillo, aunque más lentos de movimientos. Utilizan caballos fantasmales, y se valen de armas medievales para atacar a aquellos que se les aproximen, con la limitación que les impone la ceguera a estos muertos sin ojos.

Tanto Waldemar como estos seres pueden aguantar una cantidad casi ilimitada de daño. Los Templarios son No Muertos mágicos, y ni las balas ni los golpes les hieren, aunque podrían ser despedazados, pero eso no los “mataría”. Waldemar solamente puede ser destruido con plata, pero sólo será definitivamente aniquilado si quien lo hiere así es una mujer que lo ame de forma real y sincera. En caso contrario, al retirar la plata, Waldemar resucita. Así que incluso aunque las espadas de los Templarios fuesen de plata, poco daño harían, puesto que tras clavarlas, las recuperan siempre (solo tienen esa arma, y es la que lleva estando en su posesión siglos), de ahí que nada harían contra Waldemar.

También existe un medio mágico de destruir a los Templarios, pero es más simple de lograr (véase la última película de la saga), y asequible para Waldemar con cierta colaboración, dado que en varias películas de la saga hace investigación parapsicológica.

A nivel físico, la diferencia es enorme entre los contendientes. Si los Templarios son lentos y torpes, por su ceguera y sus cuerpos ajados de No Muertos, en cambio Waldemar convertido en lobo es enormemente ágil y fuerte, puede saltar el doble de su estatura, trepar rápidamente, y desmembrar a zarpazos. Incluso sin transformarse tiene fuerza y resistencia sobrehumanas, y clavarle un cuchillo ni siquiera le deja cicatriz. Está condenado a vivir, por así decirlo, le hace sufrir saber que cada noche se convierte en una bestia sanguinaria. Si los muertos sin ojos, en gran número, son una amenaza para los vivos, cabe decir que no lo serían tanto para Waldemar, en especial convertido en lobo. Podría abrirse paso por la fuerza entre un gran número de ellos, rompiéndoles los huesos, derribándolos, lanzándolos y saltando sobre ellos. Le sería sorprendentemente fácil, considerando las proezas físicas que exhibe en su saga.

Además, Waldemar está acostumbrado a luchar con otros monstruos, como vampiros, brujos, otros licántropos o el mismísimo Yeti, además de que se ha enfrentado con asiduidad a enemigos numerosos como bandidos en el Himalaya. En cambio, un hombre lobo más poderoso que la media, excede del perfil de enemigo típico de los Templarios.

Durante la noche, los Templarios no serían problema para Waldemar (lobo), que los inutilizaría, aunque no pudiera destruirlos definitivamente, ni para Waldemar (hombre), si no hubiera luna llena, pues podría igual combatirlos o evadirse.

Durante el día, los templarios estarían inertes, y Waldemar, que es inteligente y como se ha dicho, suele estar un poco versado en artes arcanas (con frecuencia le vemos investigar tumbas y antiguos libros, en las entregas en las que se enfrenta a otros monstruos), y podría hallar el modo de hacerlos descansar para siempre.

Conclusión

Waldemar Daninsky gana sin problemas, y arrasa a los muertos sin ojos, aunque él hubiese preferido morir para poner fin a su eterno sufrimiento, y su ciclo de metamorfosis, muerte y resurrección.


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