La saga Halloween, película a película




Halloween III. El día de la bruja (1983)



Por primera vez, la secuencia de la saga se ve alterada por un exabrupto que no incluye a ningún asesino enmascarado. La idea original de John Carpenter para continuar la franquicia fue establecer la noche de Halloween como una base de operaciones para el mal y que en cada nueva película se narrara una película de terror relacionada con la fiesta del 31 de octubre. Algo así como lo que hacen las películas Truco o Trato o Cuentos de Halloween pero desarrollado en forma de episodios independientes de 90 minutos. Una propuesta original pero que no llegó a cuajar por una distribución paupérrima y una muy mala campaña de promoción que acabaron con este extraño experimento pegándosela en taquilla y cortando por lo sano la idea de la antología.



Pese a todo, y pese a haber tenido una muy mala fama, con el paso de los años se revela como la mejor de las continuaciones y, probablemente, la obra más Carpenter de todas las películas que tienen un guion suyo y que no ha dirigido él. El trabajo de dirección recayó en el eficiente Tommy lee Wallace que supo imbuir la atmósfera tétrica de las series B más oscuras de Carpenter. Con guion coescrito entre el maestro Nigel Kneale y el propio director de La niebla, parece un capítulo de alguna oscura serie británica de fantasía y terror sobrenatural pulida con grandes efectos ochenteros y una de las más destacables partituras de Carpenter fuera, de nuevo, de sus propias películas. El tiempo la ha ido poniendo en su lugar y su culto es cada vez mayor, siendo muy recordando el momento musical del anuncio que convierte las máscaras de los niños en una masa corrosiva.



Halloween 4 - El Regreso de Michael Myers (1988)




Primera continuación con Michael Myers que ignora a las anteriores. La cuarta y, por lo general, dignamente considerada, es el inicio de una especie de combo de secuelas llamada no oficialmente ‘trilogía de Thorn" puesto que en ella (junto a la 5 y la 6) se incluye la mitología del culto de Thorn, que explica la figura de Michael Myers como una herramienta de una secta devota de dioses paganos de la mitología celta. Por ello, desde la primera, hay una década entera en la que Michael Myers ha podido aprender de sus imitadores, pero lamentablemente lo único que hace es mimetizarse con el grueso de la etapa de slashers poco imaginativos que invadían ya la segunda mitad de los 80.



Escenas de otras películas como la de la estación de gas y el clímax, que recuerdan mucho a Carretera al infierno; la trama del grupo atrapado en una casa sin luces de Solos en la oscuridad y por supuesto, asesinatos gore con el sello dejado por Tom Savini y Viernes 13 que dejan atrás el sustrato misterioso y atmosférico de John Carpenter. Incluso se reformula la escena subjetiva de apertura del Halloween original. En todos los demás aspectos, es la misma fórmula que ha alimentado a docenas de slasher, con la misma moralidad freudiana subyacente a como cuando Kathleen Kinmont se empala en el pecho con una escopeta de aspecto fálico. Hay detalles que prometían, como la conjura del Dr. Loomis con un ejército de campesinos para cazar a Michael o la ciudad llena de gente con máscaras de Halloween similares a las del asesino idea rescatada por Craven para su Scream 2.


 
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