Entrevistamos a David Martín Porras, director de "The Chain" que ya está en cines

Por Redacción Publicado el 03/06/2019

El cineasta español que se ha rodeado de mitos del cine de género como Adrienne Barbeau y Ray Wise para su primera obra de terror.

Charlamos con el director de The Chain, cineasta español que se ha rodeado de mitos del cine de género como Adrienne Barbeau y Ray Wise para su primera obra de terror. Presentó su película en el Festival de fantástico y terror Fant de Bilbao y también ha contado en su reparto con John Patrick Amedori y Neus Asensi. Por Jorge Loser.

¿Cómo desarrolla su carrera en Estados Unidos un chico de Salamanca?
Pues empecé con cortometrajes, como casi todos, primero Ida y vuelta con Eloy Azorín y María Conchita Alonso, luego con La Viuda llegamos a bastantes festivales y gracias a Inside the Box, que estuvo nominado al Goya, pude trabajar con Regina King, nominada al Óscar este año. Hice dos largos, uno una pequeña tv movie para el estudio MarVista y me acabó llevando a otro proyecto que rodaré este año. La otra es una película muy pequeñita, Stealing Summers que fue directa a DVD en Estados Unidos sin llegarse a estrenar en España. No suelo hablar mucho de estos proyectos porque fueron encargos que me dieron con el reparto hecho, el guion escrito y todo preparado, estuvieron bien, pero The Chain es la primera película que considero totalmente mía.

Jugasteis con poco presupuesto
Creo que para el poco dinero con el que cuenta conseguimos que luzca mucho mejor, eran pocos recursos pero les dimos el mejor uso posible, también creo que para lo que yo quería contar es más que suficiente.

Se nota que el guion está lleno de ideas. Trata un tema complicado como es la muerte asistida que ahora mismo en España y en Europa está bastante caliente.
En Estados Unidos también es un tema controvertido, no quise llegar a utilizar la historia como manifiesto pero sí que hay un punto de sátira, porque es tan surrealista en la realidad que acaba siendo todo una locura.

En The Chain parece que el tema del suicidio es una distopía casi de ciencia ficción, pero también raya el terror psicológico. ¿Cómo llegas a la idea?
Llego a esta idea porque un día iba conduciendo de camino a la universidad a dar una clase y en un programa de la radio había una periodista presentando a su invitada como una mujer adorable de 85 años que ha matado a más de 25 personas. Y cuando empieza a hablar, resulta que es una voluntaria que participa en una especie de ONG privada llamada Final Exit que está en Pensilvania, que ayuda a personas de Estados Unidos a suicidarse tras haberles ofrecido asesoramiento psicológico, médico y legal previo. Entonces esta mujer, cada vez que sale con su maletín, como si fuera Mary Poppins, el FBI la está siguiendo allá a donde va, pero cuando se mete en la casa de alguien no puede nadie entrar. Lo hace de tal manera que cuando encuentren a la persona muerta no encuentren rastro de ninguna asistencia.
Todo era tan surrealista que no podía ser real, pero cuando la ley criminaliza esto hace que la sociedad civil tenga que buscar recursos que resultan muy cinematográficos de por sí. Esto me hizo reflexionar y pensé que la cadena perfecta sería que unos se pudieran ayudar a otros porque al ir desapareciendo uno tras otro ya no queda rastro de nada. Dimos con esta idea y tiramos de ella para crear la trama. Además el tema del suicidio siempre me ha fascinado, desde la distancia y el miedo, pero uno de mis escritores favoritos, John Kennedy Toole, autor de La conjura de los necios, se suicidó. Leyendo su biografía vi referencias a Émile Durkheim que ha tratado en profundidad el tema. Es un tabú social, y siempre se ha entendido como un acto de cobardía y en el fondo es un acto de valentía, puesto que en el momento que alguien decide cometer suicidio tiene un arrebato de mucha valentía para salir de ese movimiento de apatía y tristeza constante, es un acto de libertad absoluta. Lo que nos diferencia de los animales no es el arte, sino el suicidio, ningún animal dejaría de comer para hacer una huelga de hambre, nunca va a funcionar en contra de su instinto de supervivencia y el ser humano es capaz de terminar con su vida por motivos puramente racionales. Por ahí viene la parte del thriller en The Chain, en lo que supone ayudar a alguien a morir y que en este supuesto tiene que salir algo mal, y el protagonista la caga y bueno, creo que hasta genera un punto de comedia negra.

Sí, hay un momento en el que todo se enreda en el que vimos un juego perverso con los personajes que incluso remite a Hitchcock
Exacto, tiene ese punto de su humor macabro, no tanto de su suspense como hacerlo pasar mal al personaje junto a los espectadores, porque en el fondo, los protagonistas no se quieren morir, buscan el suicidio como forma de llamar la atención. Por una parte por una brutal falta de autoestima, de cariño y Mike por la relación tóxica con su padre, por esa falta de disculpas de su padre por la forma en la que le ha tratado y aceptarle como es. En la vida real, a más de un asesino le hace falta que su padre le diga “te quiero hijo mío” para que deje de matar.

Hay ciertas conexiones temáticas con Hereditary y la serie La maldición de Hill House en cuanto a sus protagonistas y el miedo a heredar la condición mental de sus padres.
El protagonista es en cierto modo un poco como un zombie, le ha mordido el gen de su padre y se está infectando con la paranoia que le lleva a ser poco más que un psicópata; cada vez percibe peor su entorno y sufre alucinaciones que le hacen perder la capacidad de distinguir lo que es real y lo que no hasta el punto en el que se inventa encuentros con personajes, en lugares en los que tuvo hechos traumáticos. Utilizo algunas de las claves de Memento, en la que todo está contado desde el punto de vista del personaje, y tú ya sabes que el personaje tiene esta enfermedad y que es un narrador del que no te puedes fiar, pero aun así le sigues e intentas montar el puzzle, y al final de la película Nolan hacía una trampa en la que Guy Pierce se acuerda de todo. Yo he seguido parte de esas claves pero intento que las resoluciones surjan de un conflicto final con ciertos personajes.

Sí, hay cierto riesgo en estas películas como Spider de Cronenberg, ¿esperas que la gente entre a tope?
Es un tripe salto mortal porque, o gusta mucho cuando te encaja todo o te da mucha rabia, pero te da espacio para proponer un espacio de trabajo irreal, como ciertos elementos de las localizaciones que ves que no deberían estar así, son como de otra época, son detalles sutiles.

Has rodado en Los Ángeles y vives allí, ¿qué tiene de especial para localizar allí tu historia?
Sí, llevo 12 años en la ciudad, y películas que me han influido como Mulholland Drive están localizadas aquí y es un detalle que comparte, me interesa ese influjo, de una ciudad que tú puedes hacer lo que quieras de ella, se reinventa constantemente, además la has visto en las películas muchas veces y te da una sensación de déjà vu constante, muy onírica.

Esto te ha hecho trabajar con Adrienne Barbeau y Ray Wise, ¿cómo llegaste a ellos y como ha sido la experiencia?
Estar en Los Ángeles ayudó a contactar con ellos. En el caso de Ray, necesitábamos un actor capaz de deformar al personaje según la proyección de Mike en su cabeza, no tiene el realismo de otros y claro, nadie mejor que un icono Lynchiano capaz de llegar a extremos. Adrienne además de encantadora y sencilla es muy metódica y ayudó mucho a crear autoridad en el set gracias a su experiencia, incluso hizo modificaciones en el guion que me parecieron muy acertadas. Trabajar con actores tan míticos impone, no te voy a mentir, pero agilizan el rodaje gracias a su experiencia y recursos; pueden salir del paso con una agilidad que no te encuentras en actores jóvenes.

Por Jorge Loser.