Retro-Crítica: "A Serbian Film", la enfermiza película de Srdjan Spasojevic
Por Redacción
Publicado el 24/05/2020
Un disparo a bocajarro en la cabeza, una destrucción completa de los límites establecidos en la cabeza del espectador medio...
“Just remember: It’s only a movie, It’s only a movie, It’s only a movie…” ¿Nadie se acuerda de ese eslogan de La última casa a la izquierda, de Wes Craven? Claro que sí, cualquiera que sea fan del género la ha escuchado alguna vez. Polémica, que le dicen. Unos dirán que es por vender. Otros dirán que es por provocar. Unos cuantos porque es una manera de expresar y, otros, que es una aberración a la moral. Lo cierto es que, hoy en día, aquella película de Craven queda desfasada, casposa y nada fuera de lo normal.
¿Es eso lo que va a pasar con A serbian film, el film serbio (valga la redundancia) que está levantando ampollas allá por dónde pasa? Un servidor cree que sí. Y no es porque las cosas que vendrán en un futuro serán más fuertes, o que la película de Srdjan Spasojevic no sea tan fuerte como se dice. Es simplemente porque, tras el impacto inicial, uno es capaz de separar las ganas de contar algo diferente con las de dar un mensaje final y, sobretodo, se es capaz de mirar más allá de la brutalidad con la que se narra una historia. Y ahí puede que no salga ganando.
La fuerza psicológica de la cinta es sencillamente brutal: un disparo a bocajarro en la cabeza, una destrucción completa de los límites establecidos en la cabeza del espectador medio (el que no está acostumbrado al género en su vertiente más cruel). Es incómoda, pero no porque torturan a personas, animales o fetos. Es increíblemente incómoda porque ataca donde más duele: en la rabia y, sobretodo, en la empatía que se pueda vivir con la narración. Si esta película es capaz de provocar, de recibir el mal gusto del que la ve, ha conseguido un objetivo enorme. Y no es porque sea asquerosa, sino porque las cosas horribles que pasan en la pantalla nos afectan, porque nos las creemos y porque, por encima de todo, nos duelen tanto como al protagonista que las vive. Quizás por eso uno se sienta tan mal después de verla.
Con ese talento para remover las entrañas (que no el estómago) del director serbio, es una pena que al final la película sea más conocida por su vertiente extrema que por sus ganas de expresar la rabia que come a un país en eterno conflicto. Si el film fuera más sutil, más de género y menos dado al mostrar los actos horrendos, estaríamos hablando de un thriller realmente interesante. Pero no, llegado cierto punto decide tirar por cruzar el límite y nos ataca con los actos más horribles que uno pueda esperar. Todo lo demás parecía encajar: fotografía, dirección, actores, historia… pero con ese punto de inflexión se decide agarrarse a un mensaje (el dolor) para transmitir algo que, en un segundo visionado, quedará totalmente vacío de intenciones.
Puede que, precisamente esas ganas de provocar y de sacar lo peor de nosotros, sea lo que identifique A serbian film. Pero no es una manera de quedarse en el tiempo, ni de hacer perdurar tu mensaje. Simplemente es enviarlo con un bazooka del tamaño de un jugador de baloncesto hacia la butaca de espectadores: rápido, ruidoso y tremendamente efectivo. Luego solo queda ceniza y nada para la posteridad. Una pena. Pero es que señores como Peckinpah y sus Perros de paja no nacen en cualquier lugar ni en cualquier momento, no señor. Ni siquiera en Serbia.
Lo mejor: La naturalidad con la que al principio se trata a las personas que trabajan en el porno y la manera en la que se va retorciendo la historia hacia lugares siniestros y oscuros.
Lo peor: Que a mitad de camino da un golpe de volante y se dedica a sacar la rabia del espectador, quedándose solo en eso: rabia, sin ningún tipo de fundamento.
Por Carlos Marín
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