Sitges 2021: The End
Por Redacción
Publicado el 18/10/2021
Punto y final para una magnífica edición del Festival de Sitges
Y se acabó. La 54 edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges cierra sus puertas con un mensaje de su director, Ángel Sala: “Que nadie piense que volveremos al 2019. Sitges, como el mundo, se mueve hacia delante. Lo que viene, no será nunca igual que antes”. Con estas palabras muchos suponemos que el festival, en los próximos años, abrazará un modelo híbrido, entre el online y la sala presencial, donde las fronteras de la ficción (series o películas) se difuminan cada día más. Durante el próximo año sabremos a qué se refieren exactamente con eso de “cambiar para siempre”.
Veremos qué nos depara el próximo año y con qué temáticas nos sorprenden. Días antes de finalizar, en los eventos formales se hablaba de celebrar el aniversario de ‘La Cosa’, ‘Tron’ y ‘Conan el bárbaro’, así como de intentar traer a titanes como Kurt Russel, Arnold Schwarzenegger o Jamie Lee Curtis (que estrenará durante el festival ‘Halloween Ends’).
El palmarés, por lo menos, representa perfectamente el presente. La premiada al mejor galardón ha sido ‘Lamb’, la fantástica película islandesa sobre una pareja que adopta un (adorable) bebé carnero. El aislamiento y la naturaleza rebelde son dos de los pilares de la película, que a pesar de no ser de terror sí representa en buena medida el fantástico a medio camino entre el folklore y el drama. El mejor guión y el premio del público han sido para ‘Silent Night’, una de las mejores películas de la sección oficial con un poso tragicómico muy en la línea de nuestra “generación covid”. Más extraños han sido los premios a ‘After Blue’, western surrealista que provocó auténticas fugas de público en la sala, y ‘Nitram’, cuyo merecidísimo premio al mejor actor no justificaba su selección en la sección principal (es un drama durísimo y un estudio de personaje). ‘The Innocents’, la que es una de las mejores películas de la edición, se debe conformar con una Mención Especial del Jurado; mientras que ‘Mad God’, título que estaba en todas las quinielas (y conversaciones) se ha llevado los mejores efectos especiales. La merecida fotografía en blanco y negro de ‘Limbo’ ha salido también triunfadora, así como los premios de interpretación para la intensa ‘Luzifer’. El resto del palmarés lo podéis consultar en este enlace.
Pero el último fin de semana de Sitges no se acababa con el anuncio de los premios. Quedaban todavía un buen puñado de sesiones, algunas de ellas muy esperadas. Entre ésta se encontraba Prisoners of the Ghostland (Sion Sono, 2021), la nueva película del autor japonés vivo más loco -con permiso, por supuesto, del maestro Takashi Miike. Nicolas Cage (otro que tal) protagoniza su primera incursión en el cine internacional, una historia ambientada en un universo paralelo donde el western, el cine de samuráis y los mundos post-apocalípticos se dan la mano. Cage interpreta a “Hero”, un ex-criminal que debe entrar en las temidas “Ghostlands” para salvar a la nieta de un horrible gobernador tejano. Lo hará con un traje lleno de bombas -incluido al lado de sus testículos-, con un margen de 3 días para traer a la chica sana y salva. Una película fallida que parece un testimonio del poco entendimiento entre oriente y occidente. Clara alegoría anti-americana, Sion Sono entrega muchas de sus icónicas imágenes surrealistas, pero pierde en el camino esa fuerza de la naturaleza punky que marca toda su filmografía. Una pena, pero esperemos que eso deje a este genio loco espacio para volver a su Japón a seguir entregando ese cine hiperbólico anti-sistema al que nos tiene acostumbrados.
La gala Mèlies, que entrega los premios del circuito de festivales fantásticos europeos, ha sido el evento donde se ha presentado Earwig (Lucile Hadžihalilović, 2021). La película “cuenta” la historia de un hombre, en el siglo XX, que debe cuidar a una niña con dientes de gel; encerrados en un lugar sin luz, con un teléfono que los conecta con alguien conocido como el “Maestro”. Decimos “cuenta” porque la película, un elaborado enigma seguramente sin resolución, ha dejado patidifusos a un público agotado en el último fin de semana. Un film que ya provocó controversia en San Sebastián y que no ha sabido encajar en Sitges.
La que sí ha encajado en Sitges ha sido el ya habitual pase de película sorpresa. Todos los años el festival programa una película que, hasta un día antes, no se desvela su título. La revelación ha sido Dashcam (Rob Savage, 2021), la segunda película del director que nos aterrorizó el confinamiento con la genial ‘Host’. Fiel al estilo found-footage, en esta ocasión sale (totalmente) al exterior con un iphone para seguir a Annie Hardy, una streamer en la vida real que se dedica (al igual que en la película) a improvisar rap en su coche mientras emite en directo online. Su viaje a Inglaterra se pondrá de patas arriba cuando recoja a una anciana con la mirada perdida, iniciando una persecución a las afueras llena de sangre, vísceras y (sí, lo siento) heces humanas. La película es un giro total del terror puro de su ópera prima, montando un tren de la bruja lleno de giros, chistes sucios y acción descabellada. Una película obscena, arraigada otra vez a la actualidad de manera brutal, que ha hecho saltar, aplaudir y rugir a un público que necesitaba este tipo de pases para despedir la edición anual. Su director y su protagonista han presentado la película, haciendo a posteriori un breve Q&A. Rob Savage, todavía sin creerse ver una sala llena, ha confesado que han creado y diseñado la experiencia para verla en la mayor compañía posible de personas. Atención a su protagonista, una malhablada rapera antivacunas que recibe una bonita (y sucia) lección.
El festival ha finalizado totalmente con su último pase, el de la grandilocuente The Green Knight (David Lowery, 2021). Adaptación de una antigua leyenda Artúrica, la película se ha mostrado en un único visionado en el Auditori (también se ha visto en la más humilde sala Tramuntana). Todo un lujo para los asistentes, ya que lamentablemente la película llegará a España directamente a VOD.
Poco más que añadir. Acaba una edición claramente de transición, la de esta mal llamada “nueva normalidad” que ha demostrado, con un incremento de entradas a pesar de restricciones y miedos, cómo el cine fantástico (en sala, con amigos y desconocidos) sigue siendo la gran evasión que todos necesitábamos. Colas interminables y salas llenas, sonrisas y comentarios entre pases para un lugar, Sitges, al que muchos llamamos hogar.
Larga vida al cine fantástico. Larga vida a Sitges. Hasta el próximo año.
Por Carlos Marín.
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