Crítica de "Nameless Gangster" que ahora podéis ver en Amazon Prime Video

Por Redacción Publicado el 12/02/2022

El título coreano dirigido por Yun Jong-bin que tenéis disponible desde hoy en la plataforma

El gusto por el exceso, el drama absoluto y la oscuridad en cualquier historia: el cine surcoreano parece estar dirigido por un mismo ente con muchísimas cabezas, tantas que ya está comenzando a ser complicado acordarse de sus extraños (para nosotros) nombres. Apuntemos ahora a Yun Jong-bin y a su Nameless Gangster: Rules of the time, radiografía exhaustiva de la mafia coreana entre los 80 y los 90, un anti-scarface con el gansgter menos gangster de la historia del cine negro.

La cuestión es juntar al protagonista de Old Boy y al de The yellow sea y ponerlos en lugares opuestos de la balanza: la rata corrupta, débil y escurridiza frente al mafioso violento, contundente y clásico. Dos maneras de entender un negocio que, por narices, tienen que explotar en algún momento. Pero no en estallidos de violencia, que no haya confusiones; aquí hay ostias, muchas, y collejas, demasiadas, pero no hay un exceso por la violencia como tal.

Se trata de cine negro y drama de personajes, los golpes efectistas gore a los que estamos acostumbrados últimamente no se asoman por ningún rincón y lo que queda son los personajes. ¿Más aburrido que de costumbre? Hombre, sí, una cabeza cortada es una cabeza cortada, pero el camino que plantea no es ese. El reflejo de una sociedad corrupta a tantos niveles es perfecto para su protagonista, producto de un negocio y una política que se basa en el contacto y la familia. Inquietantes similitudes con España, por situaciones y podredumbre de ciertas clases; al protagonista le hubiera faltado soltar en algún momento un “y tal y tal”.

Cabe destacar esa predilección por basarse en un personaje principal completamente opuesto al paradigma del mafioso que sale de la nada. Ni se lo busca en exceso, ni arrolla ni es un asesino carismático sin escrúpulos. Una maldita rata, que no para de recibir palizas y que es incapaz de tener balas para su pistola. Mafioso de pacotilla, corrupto hasta la medula. Y tal y tal.

La puesta en escena, clásica, remite a los policíacos setenteros, con nombres por doquier, infraestructura de personajes y trama compleja. Hace falta casi una libreta para seguirlos a todos, y los saltos en el tiempo no ayudan. Es de digestión difícil, lenta, pero no por ello significa que sea malo; es un cine en el que hay que estar más atento y en el que lo mascado no vale la pena. Activar el cerebro, de vez en cuando y sin flashbacks recordatorios, está la mar de bien.

No está al nivel de esos grandes clásicos, sea de acción, thriller o terror, que nos llegan de su tierra, pero esta gente ha hecho del género negro su casa y el pesimismo con el que todo impregnan le viene que ni pintado a historias de este estilo. Puro policíaco, volvemos a los 70 para contar una historia de los 80 con la tecnología actual, no siempre es épico, poético e imprescindible, pero con esta demuestran (una vez más) que están aquí para quedarse.

Lo mejor: su protagonista y su concepto anti-gangster al que estamos acostumbrados.

Lo peor: es de estructura difícil, y otros productos de su mismo país le hacen demasiada sombra.

Por Carlos Marín.

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