Crítica de "The Outwaters", una experiencia inmersiva inusual, incómoda y atrevida
Por Redacción
Publicado el 09/02/2023
Una de las primeras sorpresas de este 2023 que este fin de semana se estrena en Estados Unidos
Sobre found footage hemos visto, escrito, leído y escuchado de todo: un género a menudo desechado, factor de polarización casi extrema, habitualmente muy rentable y tan simple que suele condensar por sí mismo la pura experiencia del terror. De hecho, quizá por eso repele a teóricos y eruditos. El muestrario desde Holocausto Caníbal es interminable y la producción de miniaturas de autor en los últimos años se ha desatado, contribuyendo a ello la coronación del éxito con el documental The found footage phenomenon proyectado en Sitges hace dos ediciones.
Dicho lo cual, y cuando parecía que nada más contribuiría a que el metraje encontrado siguiera sorprendiendo fuera de los cánones conocidos, Robbie Banfitch se ha sacado de la manga la que probablemente ya sea la primera gran sensación del cine de terror de 2023, The Outwaters: un fenómeno que, como ocurre ahora muy a menudo, ha escalado vía Twitter con proyecciones privadas y opiniones selectas que glorifican el filme sin ataduras. En Aullidos hemos tenido la oportunidad de disfrutarla en primicia justo al tiempo de la premiere mundial de su edición definitiva en Salem, y desde ya podemos decir que efectivamente estamos ante algo distinto.
En primer lugar, y esto desquiciará a los catedráticos, The Outwaters dura casi dos horas, longitud desmedida para un film enteramente rodado cámara en mano que parte del hallazgo de tres tarjetas de memoria en el desierto de Mojave. No es mucho más amable la edición -porque sí, también el found footage pasa por sala-: Banfitch ha grabado planos granulados, oscurísimos, estridentes, pasadísimos de rosca, cargados de sensacionalismo visual y tramposos durante la gran parte del metraje. Inusualmente, esto es lo diferenciador de la cinta y lo que la hace especial: que está hecho así a propósito.
The Outwaters no procesa un guion meticuloso como ha ocurrido con mucho de los found footage recientes, que en su obsesión por sumar en taquilla y “contar historias” han olvidado que hay recursos y formatos que requieren una sensibilidad y tratos especiales, algunos de ellos prácticamente válidos por sí mismos de esa categoría. Nadie sería capaz de grabar, por ejemplo, a un monstruo directamente a la cara si lo tuviera enfrente. Banfitch ha recuperado la esencia de aquello que vimos en El proyecto de la Bruja de Blair, y que registró el límite conocido del subgénero: lo impredecible y verosímil o humano.
Con la mera idea de aproximar el terror a lo que sería la experiencia real, nada menos. Y logrando en el espectador un pesadísimo desasosiego acerca de lo que está ocurriendo off the cámara, que es lo que realmente cultiva ese miedo epidérmico antiguo que provoca lo desconocido. En otras palabras: The Outwaters opta por ocultar la acción real para obligar al espectador a figurarse lo que está pasando, trillando sus nervios. Todo lo que sabemos es que un grupo de amigos retirados en el desierto van a ir siendo masacrados sin piedad por formas, presumiblemente extraterrestres, en un torrente de gore, dopplegangers, alaridos, jadeos, vísceras y planos imposibles. Fuera de eso no hay más que la desesperanza, uno de los motores vitales del horror.
En la línea de títulos como el celebradísimo Horror in the high desert (2021), sofocando el ritmo de las persecuciones desérticas que vimos en It stains the sands red (2016) de Colin Minihan o hasta la nefasta pero carismática Area 51 de Oren Peli (2015) tras triunfar con Paranormal Activity, The Outwaters plantea una experiencia inmersiva inusual, incómoda y atrevida, que reivindica la vorágine estética del found footage original. Cierta fascinación mumble en secuencias selectas la acerca a trabajos como The endless (2017) de Benson & Moorhead, aunque su alma desacomplejada está más alineada con segmentos de antologías como V/H/S -de su secuela, Slumber party alien abduction- y concretamente Southbound (2015), en la que trabajaron entre otros David Bruckner o Matt Martinelli-Olpin.