"In The Earth" ha llegado a Netflix: Crítica de la película de Ben Wheatley
Por Redacción
Publicado el 16/01/2025
Un alucinante e impresentable ejercicio de suspense sin suspense en lo profundo del bosque.
Ciertos directores se te resbalan de los dedos como pez que pierdes nada más pescar. Directores inclasificables, que se resisten a caer en una sola caja y que cada movimiento en su carrera es tan imprevisible como su propio cine. De este listado de realizadores, que en la actualidad daría para poco menos de un folio, el probablemente más loco sea el británico Ben Wheatley; un tipo que juega a malabares entre folk-horror, humor negro, experimentos psicodélicos o remakes imposibles de clásicos intocables para grandes plataformas. Precisamente entre este último (aquella nueva versión de ‘Rebeca’ que a nadie gustó) y la secuela de un blockbuster como ‘Megalodon’ se encuentra su In The Earth (Ben Wheatley, 2020), una especie de film-consecuencia de toda esta carrera esquizofrénica convertida en la que es, quizás, su película más auto-consciente.
Esta consciencia comienza por su propio planteamiento: igual que en su rodaje, la película arranca poco después del confinamiento de 2020, con los personajes rodeados de desinfectantes, mascarillas y pruebas de PCR. Su protagonista (Joel Fry, un rostro cada vez más común en pantalla) es un científico que debe viajar a lo profundo del bosque tras la desaparición de su compañera. Su objeto de estudio era el suelo del lugar, del que parecen haber descubierto propiedades particulares. Pero ese bosque también se relaciona con una leyenda pagana: la de una especie de deidad a la que se ofrecían sacrificios y sacramentos antes de que el cristianismo llegara a esas Tierras. Obvia decir que la desaparición de la científica y la leyenda tendrán, como descubriremos según avance ese viaje, mucho más en común de lo que parecía a simple vista.
Wheatley juega con un reparto contenido (y conocido) en una especie de estructura de bloques, usando la baza del misterio del bosque más como una trampa atmosférica que como un puzle que resolver. A cada rizo, a cada vuelta de hoja, la verdad que transcurre bajo ese suelo se pierde un poco más entre sus imágenes psicodélicas y sus estrafalarios habitantes. Sería frustrante si no fuera por lo bueno que es el realizador con el humor negro (el running gag del pie de Joel Fry es antológico), con las situaciones absurdamente peligrosos y con la imaginería pagana del folk-horror. Así, en la coctelera caen las imágenes del bosque de ‘Kill List’, la comedia de sonrisa congelada de ‘Turistas’ o el nihilismo latente de ‘High-Rise’.
Todo bien mezclado y batido, añadiendo las imágenes estroboscópicas y el terrorismo auditivo a su catálogo de recursos que tan bien desorientan al espectador. Es un tópico decirlo, pero la película es nada más y nada menos que un viaje: de iluminación, pérdida y locura, de esos que es mejor dejarse llevar. De alguna manera, si su segunda película era una versión inesperada de ‘The Wicker Man’ o su ‘Free Fire’ una deconstrucción cachonda de ‘Reservoir Dogs’, esta acaba convirtiéndose en una reconstrucción en clave pagana de la mismísima ‘2001: Una odisea en el espacio’; monolitos, viajes astrales y preguntas sin responder incluidas en el pack.
Ideal para los que quieran un buen viaje en el confort de la sobriedad, ‘In The Earth’ dispara de nuevo la carrera de su director a lo inesperado y al vacío. Bien sazonado con ciertas especias recurrentes, la película se desenrolla en un aletargado y flipante tripi en el que nadie, ni siquiera sus propios protagonistas, es capaz de averiguar hacia dónde se va a disparar su extrañísima trama. Un alucinante e impresentable ejercicio de suspense sin suspense en lo profundo del bosque, de esos que solo pueden obtener dos respuestas tras su recomendación: una buena bofetada en la cara, o un cálido abrazo cariñoso.
Por Carlos Marín.