"Demonic" llega a Amazon Prime Video (y crítica de la película)
Por Redacción
Publicado el 13/04/2025
La incursión en el cine de terror del director Neill Blomkamp
Neill Blomkamp es, sin duda, otro caso de “muerte por éxito” que ratifica los problemas de petarlo con una ópera prima. Cualquier película firmada con su nombre está condenada a medirse con la vara de “Distrito 9” (2009), pero la maldición va más allá del infeliz pulso de calidades, que en cierto modo es comprensible; por desgracia, el sudafricano parece obligado moralmente a encasillarse en la Ciencia Ficción, o es lo que trasluce el rechazo generalizado a su primera incursión en el género de Terror.
Y eso que “Demonic” no se aleja tanto de su zona de confort, en realidad. Blomkamp siempre ha sentido debilidad por lo aterrador, aún dentro de lo científico y lo tecnológico, como bien demuestran sus apabullantes cortos con Oats Studios, en los que buscó refugio tras el batacazo de “Chappie” (2015); resulta difícil encontrar hoy día en una película, incluso en las sobradas de un blockbuster, prodigios de diseño como las criaturas de los cortos “Rakka” y “Cigoto”.
En “Demonic”, pese a la convivencia de géneros, la balanza del tono se decanta por el Terror, sin que por ello quede relegada la Ciencia Ficción a un mero fondo vehicular. De hecho, la premisa, el high concept de la película, se nutre de este mestizaje y resulta gratamente novedoso por proponer la primera gamificación de exorcismos en una obra de ficción. En una realidad en la que vivimos rodeados de instituciones y servicios gamificados, desde la educación a la medicina, pasando por la economía, los deportes o la ecología, es digno de aplauso que alguien se haya atrevido a trasladar las mecánicas de los videojuegos a los rituales arcaicos de la religión, nada menos que como herramienta para analizar y destruir demonios.
En lo tocante a la ficción, acompañamos a la protagonista absoluta de la historia, Carly, en su drama maternofilial. La madre de Carly, Angela, fue acusada de asesinar a veintiuna personas en la residencia de ancianos donde trabajaba y de envenenar a los feligreses de una iglesia; acto seguido cayó en un extraño estado comatoso, prisionera, no sólo de una sala de hospital, sino de su propio cuerpo. Los científicos de Therapol convencen a Carly, quien lleva años alejada de su madre, para establecer contacto con ella a través de una simulación informática experimental capaz de conectar ambas mentes; sólo así conseguirán resolver sus diferencias, y sólo así podrá resolverse el misterio de los espantosos crímenes.
Aparte de la premisa conceptual, la argumental también suena potente. ¿Dónde falla entonces “Demonic”? ¿De dónde viene el rechazo? Cierto es que su innovadora propuesta funciona mejor sobre el papel, y que la ejecución es algo irregular, pero a nuestro juicio, el potaje de prejuicios y expectativas, junto a la losa de su exitoso debut, conforman el verdadero palo entre las ruedas. Tampoco ayuda que se rodara en plena pandemia, con la falta de medios y los problemas técnicos/humanos que eso conlleva. No es cuestión de echar balones fuera, hay tropiezos en “Demonic” explicados en decisiones cuestionables, como ese giro que desenmascara a los exorcistas como un ejército de supersoldados armados hasta los dientes, que no sería mala idea si el tono acompañara, o si al menos no llegara tarde y mal.
La puesta en escena también parece haber entrado mal por el ojo, lo cual sorprende por lo arbitrario de las expectativas; incluso bajo presión de Estudio, Blomkamp siempre ha sido fiel al cinéma vérité, y si algo se espera de su sello, temáticas a un lado, es naturalidad y realismo cuasidocumental en el tratamiento visual de lo fantástico. Quizás, lejos del marco futurista, se eche en falta esa parte de imaginería sofisticada embebida en la aspereza de lo cotidiano para que funcione el contraste de lo feobonito, pero estéticamente sigue en su línea. En “Demonic”, lo más cercano a esa potencia visual marca de la casa lo encontramos en la representación virtual de la mente de Angela, simulada en forma de videojuego, donde Blomkamp demuestra su conocimiento y cariño hacia la cultura gamer; los paseos pixelados de Angela por los recuerdos de su madre recrean tiros de cámara, efectos de iluminación y filtros de postprocesado en renders de baja resolución que nos retrotraen a viejas generaciones de consolas; emula incluso fallos gráficos habituales, como los dientes de sierra o el clipping. Alguna escena en concreto, más allá de mamar del videojuego a nivel técnico, apunta a guiño explícito (“Silent Hill 3”). Mención especial, por arriesgada y original, a la decisión creativa de utilizar planos isométricos en ciertos momentos, aludiendo a un encuadre familiar en el mundo de los videojuegos, pero nunca antes llevado al cine.
Fuera de la pesadilla digital, tampoco desmerece el diseño del demonio, mitad hombre, mitad pájaro, que acecha a Carly en el mundo real. La oscuridad de los elementos que construyen la trama, consonante a la atmósfera, es canalizada a la perfección por la actriz que comparte nombre con su personaje, Carly Pope, cuya interpretación visceral rellena las flaquezas de un drama, por otro lado, no demasiado bien desarrollado.
“Demonic” plantea ideas rompedoras, tanto narrativas como visuales, y aunque su potencial se vea lastrado por constantes altibajos, no es para nada el naufragio que muchos han pintado. En sintonía con el technoterror de series como “Black Mirror”, “Love, Death & Robots” o “Devs”, más que con producciones de Blumhouse y derivados, el trabajo de Blomkamp deja un delicioso poso amargo y, sobre todo, una puerta abierta a nuevas y sugerentes formas de exprimir el género en estos tiempos tecnológicamente convulsos.
Por Jedediah.