"Braindead": Políticos, insectos extraterrestres y Mary Elizabeth Winstead

Por Redacción Publicado el 27/04/2025

La serie de los King que solo tuvo una temporada y que no pudo verse en nuestro país

Tras crear "The Good Wife" y antes de ofrecernos la magnífica "Evil", Michelle y Robert King realizador Braindead, una de esas anomalías televisivas que, casi sin hacer ruido, consiguen encapsular el desconcierto político y social de su época en un formato tan insólito como fascinante. Estrenada en 2016 en CBS, justo en los albores de una polarización política rampante en Estados Unidos, esta sátira de ciencia ficción ofrecía una reinterpretación de la clásica invasión alienígena con un ácido barniz de humor negro que la hace única en su especie.

La trama de la serie, que en España pasó desapercibida, parte de una premisa tan descabellada como incómodamente plausible: unos insectos extraterrestres se instalan en los cerebros de políticos y ciudadanos, erosionando su pensamiento crítico y extremando sus ideologías hasta el absurdo. La serie no necesita muchos capítulos para revelar que su auténtico monstruo no son los alienígenas, sino el fanatismo irracional que carcome la vida pública contemporánea. Con una mezcla de horror y comedia absurda, BrainDead retrata a Washington como un campo de batalla donde la cordura se va extinguiendo bajo capas de conspiraciones, incompetencia y cinismo.

Lo más admirable es cómo los King consiguen sostener esta sátira sin caer en la obviedad o el sermón. La narración equilibra con habilidad la sátira política con elementos de thriller y ciencia ficción, creando una tensión constante donde el humor y el terror conviven de manera inquietante. Mary Elizabeth Winstead brilla como Laurel Healy, una documentalista forzada a involucrarse en el juego político, desplegando una interpretación sutil y carismática que la convierte en el ancla emocional de la serie. A su alrededor, Danny Pino, Tony Shalhoub y Aaron Tveit forman un coro de personajes memorables que dan vida a este carnaval de la locura burocrática.

BrainDead apuesta por un enfoque ágil y desenfadado. La puesta en escena, marcada por una estética limpia y casi teatral, sirve para amplificar el absurdo de la premisa, mientras que las breves canciones recapitulativas de Jonathan Coulton en cada episodio actúan como resúmenes ingeniosos que rompen la cuarta pared con frescura. No se trata de una serie que busque impactar visualmente, sino más bien de un mecanismo de relojería donde cada elemento narrativo refuerza el retrato de una sociedad enferma de intransigencia.

Aunque BrainDead fue cancelada tras una única temporada de trece episodios, su legado como pieza de culto sigue vigente. La serie no solo anticipó con una precisión casi profética la radicalización política que marcaría los años siguientes, sino que lo hizo con una lucidez y una ironía que hoy resultan aún más punzantes. No es exagerado afirmar que si hubiera aparecido en una plataforma de streaming, con mayor libertad creativa, probablemente se hablaría de ella en términos mucho más reverenciales.

LO MEJOR: La mordacidad con que retrata la descomposición política contemporánea, sostenida por un guion que sabe equilibrar el disparate y la reflexión.

LO PEOR: Su ritmo irregular en algunos episodios intermedios y la sensación, inevitable, de que apenas llegó a explorar todo el potencial de su premisa.

Por Roberto Martín.