"Misterio en la Costa Norte" ha llegado a Prime Video. Tráiler y crítica de la película
Por Redacción
Publicado el 01/05/2025
El interesante found footage irlandés está desde hoy en la plataforma
Misterio en la Costa Norte (The Glenarma Tapes), dirigida por Tony Devlin, se suma al canon del found footage con una propuesta modesta pero cargada de resonancias locales, ambientada en la brumosa Irlanda del Norte, donde la historia aún susurra entre los árboles. El disparador del relato es la desaparición de un grupo de estudiantes en el bosque de Glenarma, cuya última actividad registrada —las imágenes grabadas con sus propias cámaras— compone el metraje maldito que da forma a la película. Desde su estructura formal hasta sus insinuaciones políticas, la cinta propone un horror que emerge tanto de lo inexplicado como de lo silenciado.
A diferencia de otros productos del subgénero que caen en el efectismo o la sobreexplotación del jump scare, aquí el miedo avanza en silencio, como una humedad que va ganando terreno. Devlin no busca asustar de forma inmediata, sino introducir al espectador en una espiral de tensión progresiva. El bosque, como espacio simbólico, no es sólo escenario sino cápsula de memoria, donde lo sobrenatural se solapa con lo histórico. Y esa lectura, aunque no se subraya, flota de fondo como una niebla constante.
La película logra mantener su premisa dentro de márgenes realistas, sin traicionar la lógica del material encontrado: hay errores de audio, cortes abruptos, miradas nerviosas fuera de campo, y todo eso contribuye a cimentar la verosimilitud del relato. El naturalismo de las actuaciones —especialmente el desconcierto genuino de los personajes al perder el control de la situación— juega a favor del efecto inmersivo, que es clave para que el espectador se comprometa emocionalmente con la experiencia.
Donde la película realmente destaca es en su habilidad para insinuar. Lo que ocurre exactamente con los estudiantes no se explica con claridad, pero las pistas acumuladas —visiones, sonidos, registros fragmentarios— sugieren una presencia inquietante que escapa tanto a la comprensión científica como al mito clásico. Y ahí se cuela una crítica sutil a la forma en que la sociedad procesa el trauma: lo graba, lo archiva, y luego lo olvida.
Devlin no parece interesado en dar respuestas cerradas, sino en dejar preguntas flotando. Esa decisión, aunque frustrante para algunos, potencia el carácter maldito del metraje. No hay aquí monstruos explícitos ni resolución emocional: sólo una sensación creciente de que algo está profundamente roto. Y en ese sentido, la película recuerda a otras joyas contenidas del género como Lake Mungo (2008) o The Borderlands (2013), donde el miedo surge del vacío, de lo que no vemos, y de lo que intuimos demasiado tarde.
El resultado final no es revolucionario, pero sí honesto y funcional. En un momento en que el terror comercial parece dividirse entre el susto automático y la metáfora hiperbólica, "Misterio en la Costa Norte" encuentra su hueco al cultivar un miedo más sencillo pero igual de eficaz: el miedo a perderse, a desaparecer sin explicación, y a que nadie quiera mirar demasiado tiempo hacia donde ocurrió.
LO MEJOR: La atmósfera contenida y el compromiso con una lógica interna realista que no traiciona al género. El uso del bosque como memoria colectiva.
LO PEOR: Su negativa a ofrecer una resolución clara puede dejar frío a quien busque catarsis o respuestas. El ritmo, por momentos, roza la inercia.