La Guerra de los Mundos » Crítica

Por Emilio Martínez

Sin lugar a duda Steven Spielberg es uno de los grandes directores de todos los tiempos. Su carrera ha estado marcada de grandes éxitos y de obras maestras como “Tiburón”, “En busca del arca perdida o La lista de Schilndren". No obstante, la carrera del cineasta norteamericano se ha vuelto más oscura con los años y parece que le ha cogido el gusto a la ciencia ficción. "Inteligencia Artificial", "Minority Report" y ahora "La guerra de los mundos" son un claro ejemplo de ello.



"La guerra de los mundos" no sólo trata sobre una invasión extraterrestre, si no sobre la insignificancia y a su vez complejidad del ser humano dentro del universo desconocido en el que vive. Orson Welles primero y Byron Haskin después ya adaptarón la novela de H.G. Wells a la radio y cine respectivamente. Sin embargo, han tenido que pasar otros cincuenta años para que Spielberg y la Industrial Light and Magic nos mostrasen a lo grande las consecuencias catastróficas que tendría para la humanidad un ataque extraterrestre. "La guerra de los mundos" se ha convertido en la película más cara de todos los tiempos y el resultado sin duda, es espectacular. Los primeros treinta minutos son apoteósicos. Personalmente, creo que nunca se habían visto unos efectos especiales tan logrados en una película. Además, pese a las técnicas avanzadas que se consiguen con los ordenadores hoy en día, han conseguido respetar el espíritu de Serie B que caracterizó a la película realizada en 1953.



Pese a todo lo anterior, "La guerra de los mundos" no consigue enganchar debido a los altibajos de ritmo de un guión empeñado en contarnos la relación de Tom Cruise con sus hijos que no interesa a nadie. Es cierto que Spielberg con los años se ha vuelto muy sensiblón, y que tiende a los "Happy Endings". Sin embargo, el edulcorante de esta película es excesivo llegando a desear por momentos la destrucción de los protagonistas a mano de los extraterrestres.



En definitiva, “La guerra de los mundos” cumple con su cometido: Entretener. Pero no por ello debemos dejar de lado sus carencias y que la convierten –sin ser mala- en un título menor dentro de la exitosa filmografía de su director.

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