Navidades Negras » Crítica

Por Dario García-Verdugo Vargas

Navidad, Halloween, Fin de Curso, el verano... no son sólo fechas entrañables para disfrutar, también son un idóneo momento para ser original y perpetrar sangrientas matanzas. El fallecido Bob Clark, conocido por sus comedias adolescentes, fue el artífice de uno de los primeros slashers juveniles, casi olvidado, que desafortunadamente ha vuelto a la memoria por el remake estrenado en 2006, y no ha perdurado por sus virtudes, que son muchas. El tratamiento es sencillo. Unas chicas que celebran las Navidades en una casa de la fraternidad se convierten en la diana de un perturbado asesino voyeur. Ningún dato acerca del criminal, a quien no vemos nunca, (excepto su afición por las llamadas y por todo tipo de sonidos bucales, y su fatigada respiración). Curiosamente, numerosos miembros del equipo tuvieron la oportunidad de colaborar en la realización de las espeluznantes llamadas.

Con cámara subjetiva desde el primer plano, como en La Noche de Halloween, pero sin llegar a sacar a las imágenes todo el partido posible con la profundidad de campo que permite el panavisión, y que tanto fascina a Carpenter. Precisamente se rumorea que Halloweeen surgió de la tentativa frustrada de dirigir una secuela de Navidades Negras (aunque no está confirmada esta teoría por el realizador de La Cosa), pero todos sabemos que no fue el argumento lo que convirtió Halloween en un éxito, sino su técnica y cuidado. También el argumento con residencia de jovencitas y asesino en serie irrumpiendo en las instalaciones había sido llevado antes al cine bastantes años antes con la adaptación de la novela de Edward Wallace, El Encapuchado, en 1965.

Navidades Negras, más que un sobresalto, la máxima de muchos slashers, persigue como primera meta la compleja tarea de asustar sometiendo al espectador a una fase de intranquilidad con imágenes pavorosas y un clímax de histeria. Tampoco es un film sangriento y su ritmo es reposado. En la primera media hora solo se comete un asesinato, eso sí, con una "herramienta" inesperada.

Navidades Negras se estrenó en Estados Unidos solo cinco días antes del 25 de diciembre de 1974 causando gran conmoción y dibujando los primeros trazos del slasher adolescente que serían redefinidos formalmente y establecidos definitivamente por Carpenter. Una llamada de atención para recapacitar sobre el cine de terror canadiense.

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