King Kong » Crítica

Por Enrique Abenia

Peter Jackson ha vuelto a hacer una superproducción de lujo. Si con la trilogía de 'El señor de los anillos' logró con tremendo éxito acercar al gran público la obra de Tolkien, ahora, una vez que la industria hollywoodiense le ha concedido plena libertad para sus proyectos, el neozelandés se ha embarcado en la difícil tarea de reversionar el 'King Kong' de 1933, del que también ha salido airoso.

A pesar de que el remake de Jackson contiene bastantes más escenas de acción -algo lógico si tenemos en cuenta las posibilidades cinematográficas actuales- y un evidente trasfondo comercial, éste resulta ser bastante fiel al original, ya que mantiene la ingenuidad y el encanto característicos de la película de Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper.

Aunque se le puede achacar el exceso de duración -180 minutos- y la tendencia a rizar el rizo en las escenas de acción -como en la persecución de los Brontosaurios, donde además los efectos no están a la altura-, lo cierto es que el nuevo 'King Kong' es una película disfrutable para los aficionados al cine.

Por un lado, el diseño de producción es excelente, no sólo por el realismo que destila el mítico gorila, sino por la soberbia recreación de Nueva York en plena Depresión y por los impresionantes parajes de la isla Skull. Además, el ritmo narrativo que le imprime Jackson a la película es apropiado, si bien pierde fuelle a mitad de metraje. No obstante, la media hora final, junto con escenas antológicas como la del Empire State y la de la captura de la expedición a manos de los indígenas -con unos movimientos de cámara pesadillescos, que recuerdan mucho a cuando Frodo es tentado por el anillo- hacen que Jackson apruebe con nota su labor tras las cámaras.

Asimismo, el reparto es apropiado para un proyecto de esta envergadura, pues la mayoría de los intérpretes borda su papel, destacando Naomi Watts, Adrien Brody y Jack Black -éste último más comedido de lo habitual y haciendo de alter ego de Jackson-. Por su parte, Andy Serkis, al igual que en el personaje de Gollum, dota de humanidad a Kong, aunque su rol de cocinero es algo forzado.

Pero sin duda, lo mejor de la película reside en las miradas entre el gorila y Ann Darrow, que muestran la historia de ternura, que no amor, entre la bella y la bestia en medio de la intransigencia del mundo civilizado. Con todos estos mimbres, Jackson no sólo ha demostrado que puede convertirse en el nuevo rey Midas de Hollywood, sino que es un gran amante del cine.

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