Mulholland Drive » Crítica

Por Enrique Abenia

De los cineastas contemporáneos, quizá David Lynch sea uno de los más inclasificables. Cabe reconocer que sus historias, aunque en ocasiones tienen un cierto tono pedante, están dispuestas y narradas de tal forma que ejercen un poder hipnótico sobre el espectador, quien a pesar de que no entiende todo lo que sucede en pantalla, se deja llevar y seducir por Lynch. Una hipnosis que va más allá, ya que la sensación turbadora de sus propuestas permanece incluso una vez terminada la película.

"Mulholland Drive", su última obra hasta la fecha, no se desmarca de esta tendencia, y constituye, junto a "Terciopelo azul" y "Carretera perdida", una de sus películas más conocidas. Su aparente estética de telefilm de sobremesa no ha de llevarnos a engaño, pues en el cine de Lynch nada es fruto del azar. Todo forma parte de una estratagema del director para adentrarnos en su mundo onírico y surreal. A esta sórdida atmósfera contribuyen, además de la cámara de Lynch, la envolvente partitura de Angelo
Badalamenti y la fotografía de Peter Deming.

Lynch establece en "Mulholland Drive" un sutil juego con el espectador. Conforme avanza la trama, las historias inconexas parece que van encajando, pero en la media hora final, tras la delirante escena de "El Club silencio", los esquemas del espectador acerca del argumento de la película se vienen abajo, lo que le lleva a cuestionarse qué forma parte de los sueños de los personajes y cuál es la realidad en la que viven.

Además, Lynch introduce en "Mulholland Drive" guiños a sus otras películas y a toda su iconografía -como, por ejemplo, los particulares encuadres de los personajes cuando hablan por teléfono-, así como una feroz crítica al sistema de producción de Hollywood. La escena del casting, con un director de cine pasado de vueltas, y la imposición de la actriz protagonista al personaje de Justin Theroux son una clara muestra de ello.

En cuanto al reparto, sobresale especialmente Naomi Watts, en uno de sus primeros papeles en Estados Unidos. Laura Elena Harring no desentona, pero está demasiado marcada por su físico, y Justin Theroux convence en la piel de un director de cine bohemio.

Aunque lo más recordado de "Mulholland Drive" son las imágenes de "El Club silencio" y las escenas eróticas entre las dos protagonistas, cabe destacar el impacto que producen la primera aparición del cowboy y, sobre todo, la terrorífica escena del bar Winkie's.

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