Mentes en Blanco » Crítica

Por Miguel Martín

Cinco personas encerradas en un mismo recinto, un escenario evidente de un secuestro que ha salido mal, una amnesia colectiva que les hace irreconocibles incluso para ellos mismos. ¿Quién forma parte de los secuestradores y quien de las víctimas? Los primeros en recordar serán los que tengan una mayor oportunidad de sobrevivir.

Simon Brand dirige con solvencia una película cargada de intriga, aunque en ocasiones se le note demasiado su pasado como creador de videoclips y filme "innovadoras" escenas aceleradas y a pedazos. "Mentes en blanco" es su ópera prima y se nota en sus diversos excesos y en sus pretensiones artísticas.

La película cuenta con un elenco de actores de lo más llamativo, con James Caviezel ("La pasión") y Greg Kinnear ("Mejor imposible") como protagonistas más reconocibles. Les acompañan en la macabra peripecia Barry Pepper ("La última noche"), Joe Pantoliano ("Matrix") y Jeremy Sisto ("A dos metros bajo tierra"). Todos ellos se reparten los papeles de secuestradores y secuestrados, aunque la identidad de cada uno de ellos no se desvela casi hasta el final. La elección de estos actores es muy inteligente, ya que todos ellos tienen rostros lo suficientemente ambiguos como para que no se sepa a simple vista si van a ser los buenos o los malos. También se agradece la presencia del siempre intrigante Peter Stormare ("Fargo") en su papel de mafioso y la bella Bridget Moynahan ("Yo robot") como esposa abnegada de uno de los secuestrados (cuya identidad no será descubierta hasta el final).

Uno de los fallos más evidentes de "Mentes en blanco" es no ceñir la historia a los hombres encerrados, mostrando a la vez una persecución policial que hace que la película pierda fuerza en cuanto a pérdida de claustrofobia. Otro de los mayores errores es su campaña publicitaria, que puede llevar a engaños en cuanto a desarrollo argumental ("Mentes en blanco" no es una película de terror a lo "Saw", tampoco un thriller violento a lo "Reservoir dogs").

Sin duda alguna "Mentes en blanco" no es la película de culto que muchos esperaban, aunque es lo sobradamente interesante como para resultar una película entretenida. Su argumento resulta original (ya que ni el espectador ni los personajes saben su procedencia), aunque un desarrollo solo a ratos sorprendente (la mayoría de las veces resulta rutinario) hace que la paciencia del espectador decaiga por momentos. La tensión vuelve al final, e incluso hay lugar para una doble conclusión con sorpresa que dejará a muchos con la boca abierta. En definitiva, una película muy notable.

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