Lucifer que publicó en España primero Norma y posteriormente Planeta deAgostini.. Especiales y artículos de terror en Aullidos.COM">

Lucifer: Mejor Reinar en el Infierno que servir en el cielo



“¿Queréis inclinar la cerviz? ¿Preferís doblar una rodilla dócil? No, no lo preferiréis si es que os conozco, según creo o si es que os tenéis por oriundos hijos del cielo que nadie poseyó antes que nosotros. Aunque no todos seamos iguales, somos sin embargo, libres, igualmente libres, porque las alcurnias y las categorías no son contrarias a la libertad, si no que se armonizan con ella. ¿Quién puede introducir leyes y decretos entre nosotros cuando, aún sin leyes, no cometemos nunca un error? Con mucha menos razón puede ser aquel nuestro señor y pretender nuestra adoración en detrimento de esos títulos imperiales, que atestiguan que nuestro estado se ha hecho para gobernar, no para servir.”

El paraíso perdido, libro quinto.
John Milton.




FASCINACIÓN POR EL DIABLO.


El mito sobre la rebelión de Lucifer contra su Creador, la guerra entre las huestes celestiales y la caída de los ángeles rebeldes al Infierno arrojados a través de las fauces del Leviatán, siempre ha tenido algo de romántico. Lucifer, la Estrella del Alba, el Dador de Luz, el más bello y perfecto de los ángeles perdido y cautivo, irónicamente, en el Infierno.

Concebido como el antagonista de Dios, como una forma sencilla de explicar el origen del mal, Lucifer ha estado presente a lo largo de los siglos, profundamente arraigado en el saber popular, desde las grotescas bestias ideadas para fomentar el miedo entre las gentes hasta la elegante figura con porte aristocrático que se aviene a negociar amablemente a cambio de almas humanas. Lucifer, Satanás, el Demonio, como representante de la eterna tentación, de lo prohibido, en definitiva, del Mal con mayúsculas. Sin embargo, no hay más que advertir la multitud de obras inspiradas en su figura. Literatura, pintura, escultura, música, cine… Es evidente que existe cierta fascinación por el Demonio y al mundo del cómic no le es ajena.

LUCIFER: DE INVITADO DE LUJO A PROTAGONISTA DE SU PROPIA SERIE.


Uno de los más notables homenajes que la viñeta le rinde al Adversario, es este Lucifer, donde se profundiza de tal manera en la figura del Demonio, que esta adquiere nuevos matices que consiguen construir un personaje complejo, pero sólido. En realidad, los orígenes del personaje se remontan hace ya unos cuantos años atrás, cuando un tal Neil Gaiman se hizo cargo de una serie de DC cómics (posteriormente pasaría a la línea Vértigo) llamada The Sandman. Gaiman, un tipo bastante listo, utilizó el material de origen para escapar de la idea inicial sin cerrar las puertas a lo anteriormente narrado, y al mismo tiempo sacarse una nueva historia de la manga. La nueva concepción de The Sandman se nutrió de todo tipo de mitologías, bebió de leyendas populares y acogió a todo tipo de criaturas, entidades y personajes (incluyendo apariciones estelares de protagonistas de otras series de Vértigo). Era de esperar una mención a Lucifer Estrella del Alba. Y ahí estaba. Al principio de todo, en el arco Preludios y Nocturnos.

En esta primera aparición, Gaiman se alejó de la figura del demonio repulsivo para presentar a un Lucifer bello, orgulloso, altanero y astuto. También soberbio y confabulador: el rey del Infierno no puede resistir poner a prueba al rey del Sueño (Morfeo), que ha llegado a sus dominios para recuperar uno de sus atributos perdidos (su casco) en poder de Choronzón, un demonio menor. Morfeo participa en una competición muy especial contra Choronzón y finalmente recupera su casco. Lucifer, humillado, se ve obligado a darle a Morfeo un salvoconducto, no sin antes amenazarle de muerte si vuelve a poner un pie en el Infierno.

La segunda aparición de Lucifer sería varios números después, en el arco argumental Estación de nieblas. Morfeo regresa al Infierno para liberar a Nada, un antiguo amor al que condenó injustamente a una eternidad en el Hades por despecho. Cuando todos esperábamos encontrarnos a Lucifer frotándose las manos ante la inminente llegada de Morfeo a sus dominios y la oportunidad de consumar su venganza, Gaiman volvió a retorcer los acontecimientos y sorprendernos con el personaje. Lucifer se encuentra cansado, hastiado de todo cuanto le rodea, siente que se ha convertido en un esclavo de su propio reino y anhela volver a ser dueño de sus actos. En una de las conversaciones más memorables vistas en las páginas de The Sandman, el Demonio decide cerrar el chiringuito y tomarse unas vacaciones permanentes en la Tierra. No sin antes concluir su broma final entregándole a Morfeo la llave del Infierno y con ella, el destino de todos sus moradores. Una auténtica patata caliente para el Rey del Sueño, ya que varias entidades cósmicas han dirigido su interés hacia un espacio de semejante potencial. Finalmente, el Infierno acaba en manos de sus verdaderos dueños: los ángeles Duma y Remiel son empujados a la caída por voluntad divina mientras Lucifer disfruta de un baño de sol en una playa paradisiaca.

Lucifer aparece también en el arco Las benévolas, donde ya encontramos casi en su punto al personaje que luego tendría su propia serie regular. Es propietario de un club nocturno llamado Lux, que regenta junto con su amante, la salvaje y sensual Mazikeen, el único ser del Hades al que ha permitido seguirle desde que abdicara del trono infernal. E incluso se arranca con el piano e improvisa alguna que otra cancioncilla para los parroquianos habituales.

Cuando finalizó The Sandman, la galería de inolvidables secundarios que habían cobrado vida en sus páginas ofrecía tal potencial, que inevitablemente, se retomaron algunos de ellos para protagonizar su propia serie. Las Furias (Brujería, Las furias), Muerte, Destino, las criaturas del sueño (The Dreaming), por citar algunas. En 1999 apareció el primer nº dedicado a Lucifer amparado bajo el mensaje “desde las páginas de The Sandman” correspondiente (Norma, propietaria aún de los derechos de la línea Vértigo presentaba de tal forma a las series derivadas de una de sus obras estrella). Es así como entra en escena el entonces no tan popular guionista Mike Carey.

En este primer nº único a modo de presentación (era importante comprobar el calado del personaje entre las masas ávidas de The Sandman), Carey se acogió a las pautas marcadas por el estilo desarrollado por Gaiman. Sin duda, un arma de doble filo, ya que en su intento de dar continuidad al tono épico-mágico-cotidiano de la serie madre, Carey corría el peligro de perder su propio discurso (y este es un mal que aquejaba una gran parte de la progenie post-Sandman, donde los guionistas intentando emular a Gaiman, restaban frescura y originalidad a sus obras). No daba para mucho un nº único, pero el señor Carey, se encargó de dejarnos claro el perfil de lo que podía llegar a ser su Lucifer: el de un auténtico cabrón sin escrúpulos, que obedece a sus intereses y arrasa con todo aquel que se interponga en su camino, consiguiendo que el personaje que vimos nacer en las páginas de The Sandman parezca, en toda su aura diabólica, una hermanita de la caridad. En fin, mucho más humano que cualquier ser humano.

A este volumen, le siguieron tres miniseries (Seis cartas sobre la mesa, La casa de las salas sin ventanas y Niños y monstruos, todas ellas publicadas por Norma) donde la historia comenzaba ya a despegar. Carey no solo rescató antiguos conocidos de las páginas The Sandman, si no que creó para la ocasión todo un elenco de nuevos personajes, algunos realmente memorables. Y se nota que este caballero también se encuentra cómodo cuando se mueve en el terreno de los mitos: como muestra, la recreación del Infierno de Izanami, la diosa japonesa de la muerte. Al final de Niños y monstruos, la historia parecía abocada a una especie de interludio, dando la sensación en su lectura de que podría concluir ahí o continuar indefinidamente, aunque aún había muchos cabos sueltos por atar.

Y los cabos se ataron, vaya que sí. Las peripecias de Lucifer y compañía se prolongaron a lo largo de 75 nºs en total (en la edición USA) y un especial Lucifer: Nirvana (que llegó a España junto con los últimos episodios en un volumen único titulado Vísperas en el otoño de 2007). Mike Carey hizo suyo Lucifer y consiguió desmarcarse de la etiqueta Gaiman, a golpe de pluma y con mucho esfuerzo, si bien es cierto que aún hoy algunos aficionados lo consideran un hábil (y afortunado) imitador de Neil Gaiman. Por otro lado, se rodeó de una serie de habituales a los lápices como Peter Gross, Ryan Kelly y Dean Ormston (curiosamente, como sustituto ocasional de Gross), que a pesar de la diferencia de estilos aportan dinamismo a la narración (Personalmente, considero el extraño pero siempre interesante trazo de Ormston como uno de los grandes aciertos en el apartado gráfico). Como curiosidad, el volumen Escarceo con los condenados, donde en una misma historia, encontramos páginas realizadas por los distintos autores, lo cual puede llegar a ser algo desconcertante. Aparte de esta Trinidad permanente, muchos artistas contribuyeron a ilustrar las historias hilvanadas por Carey, entre ellos, los celebrados P.Craig Russell y Marc Hempel. Y en las portadas, los excelentes Michael W.m. Kaluta y Duncan Fegredo dieron rienda suelta a su arte para regocijo de nuestros ojos (algunas son realmente impresionantes).

El conjunto, una obra monumental de tintes épicos, un puzle gigante sobre el papel correctamente escrito e ilustrado y donde todas las piezas encajan a la perfección, algo realmente admirable si tan solo por un instante nos detenemos a analizar la multitud de personajes y situaciones que Carey pone en juego. Brillan con luz propia los episodios autoconclusivos, pequeñas joyas que se recrean en las vidas de las criaturas que se mueven entre las páginas de esta obra y que resultan mucho más cercanas al lector que el caos cósmico que se está desarrollando en la trama principal. Estos pequeños cuentos dentro del gran cuento aportan toques de humor, ternura, horror y melancolía, ingredientes necesarios para enfrentarse a una historia que en ocasiones se torna demasiado seria y grandilocuente y que podría haber caído en el exceso de pompa en más de una ocasión. La pluma hábil de Carey salva la situación (unas veces, holgadamente, y otras, a duras penas) y eso sí, consigue que la intensidad de la narración aumente por momentos, especialmente en los últimos números, donde la sucesión de acontecimientos no da tregua al lector, hasta culminar en un elegante (y a la vez coherente) final digno de una gran serie.

De la mitología japonesa hasta los dioses nórdicos, del Cielo al Infierno, de los universos múltiples al vacío primigenio, Lucifer ejerce, unas veces como maestro de ceremonias, otras de mero títere, pero siempre ganador. Y es que el Diablo nunca pierde.

LOS AUTORES.


Mike Carey.

Mike Carey, el guionista y padre adoptivo de la criatura, es otro británico destinado a dar mucho que hablar. Nacido en Liverpool en 1959, fue profesor durante 15 años antes de dedicarse plenamente al mundo del cómic. Comienza en compañías independientes realizando trabajos como la biografía de Ozzy Osbourne y una historia de corte fantástico sobre los metaleros Pantera.

El éxito le llegaría de la mano de la serie Lucifer (75 nºs publicados entre 1999 y 2006) y su buen hacer le abre las puertas a otro de los grandes de la casa, siendo el encargado de retomar las andanzas del mismísimo John Constantine, que pedía a gritos un regreso a sus orígenes, tras el inclasificable e irregular trabajo de Azzarello. (Atención: No perderse el cameo de Lucifer y Mazikeen en Hellblazer: Contra la pared)

Otros trabajos publicados en la línea Vértigo, son el delirante Creo en Frankie (2004), una vuelta al mundo de The Sandman con Las furias (2002) y la adaptación al cómic de la novela de Neil Gaiman, Neverwhere (2005-2006). La historia El desayuno de bodas,se puede leer actualmente en Flinch (Recerca editorial) y también se le puede ver en X-Men: Legado o Ultimate Fantastic Four (Marvel).

Carey también es escritor de novelas, como muestra la reciente publicación en España de El diablo que ya conoces (por lo visto la primera de unas cuantas dedicadas al personaje de Félix Castor, un exorcista moderno) y es autor del guión cinematográfico de Frost Flowers, una extraña combinación de fantasmas y erotismo, por el momento en pre-producción.

Actualmente, Mike Carey vive en Londres, con su mujer y sus tres hijos.

Peter Gross.

Este caballero lleva en el mundo del cómic desde 1990. Sus trazos son suaves y elegantes y su dibujo, de calidad irregular, resulta entrañable porque te recuerda siempre que nos encontramos ante una viñeta. Entre sus trabajos destacamos Dr. Extraño y Hellstorm: Príncipe de las Mentiras (Marvel), Los Libros de la Magia y Lucifer (DC) y El elegido y La Máscara: La caza del Octubre Verde (Dark Horse).

Ryan Kelly.

Alumno aventajado de Peter Gross, se graduó en la Escuela de Arte y Diseño de Minneapolis en 1998. Aunque empezó su trabajo como entintador (labor por la que fue nominado al premio Harvey en 2007) ejerció también como dibujante ocasional de Lucifer siguiendo los pasos de su maestro. Para los interesados en el arte de la viñeta, recientemente ha puesto precio a los originales de dos terceras parte de su producción en la serie (que asciende a 1200 páginas). También ha realizado ilustraciones para Time Magazine y Rolling Stone y en su faceta docente, imparte clases de entintado a jóvenes estudiantes.

Dean Ormston.

Un auténtico artista en su concepción más pura que merece contarse en el trío de habituales por sus frecuentes y acertadas intervenciones a lo largo de la serie, ya que a él le corresponde ilustrar algunas de las historias más emotivas y desgarradoras vistas en Lucifer. Aunque su dibujo, en una primera ojeada, puede sorprender a propios y extraños, goza de una personalidad y una fuerza que deslucen el trabajo de Gross, más clásico y conservador, pero también más impersonal. Además maneja bastante bien el uso de luces y sombras. Ormston hizo su debut en Juez Dredd Magazine y desde entonces se ha podido ver su buen hacer en trabajos más comerciales derivados del mundo del celuloide (Depredador y El cuervo: Ciudad de Ángeles) o bien del panorama post-Gaiman (Los Libros de la Magia, La chica que quería ser Muerte, Lucifer) aunque también, de vez en cuando, en pequeñas obras maestras de humor negrísimo que se dedican a patear el modo de vida americano (la estupenda pero apenas conocida Los Carnívoros).

 
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