Crítica de "Black Widow", el nuevo título del universo cinematográfico Marvel

Por Redacción Publicado el 29/06/2021

La película que por fin se estrena en nuestro país en cines y a través del servicio Premium de Disney+

Marvel Studios nos trae una nueva entrega de su universo compartido, tras las recientes incursiones televisivas del universo Marvel, ésta es la primera en pantalla grande desde la última aventura del Spider-man de Tom Holland, y la primera de la nueva fase.

Lo primero que conviene resaltar de Black Widow (Cate Shortland, 2021), es que a pesar de venir de un universo tan enriquecido durante los últimos años, tiene el gusto de centrarse en contar su propia historia, con sus propios personajes, en lugar de ofrecernos una colección de retales de una trama global inconclusa, plagando el metraje de referencias a situaciones off camera.

Las referencias, por supuesto, están ahí, la trama principal está emplazada entre Captain America: Civil War (Russo Brothers, 2016) y Avengers: Infnity War (Russo Brothers, 2018), con lo que será normal que se hable de Vengadores, de los tratados de Sokovia, pero de manera más anecdótica que medular, y están más supeditadas a la aventura principal que condicionando la misma.

Aunque la película respira genial desde el principio, con una secuencia inicial y unos créditos geniales, que ponen el listón muy alto -demasiado alto quizás como para que el resto esté a ese nivel- el tercer acto se tornará algo más deshinchado, tópico, y obvio, y las escenas de acción durante el planteamiento se suceden de manera muy atropellada, y con ese estilo que se ha tornado hegemónico desde las primeras aventuras de Bourne, o el James Bond de Daniel Craig: escenas de acción que son a la vez excesivamente coreografadas pero con una intención sucia, improvisada, cruda, y espontánea. Un estilo que para algunos, más que consolidarse en clásico, empieza a parecer repetitivo y casi irritante, especialmente por la mala combinación que supone la obsesión de imagen de cruda espontaneidad con esa evidente planifcación milimétrica de ese tipo de secuencias. Y lo malo, es que tenemos tres seguidas en el primer acto de la peli, dejando esa sensación que suelen dejar las pelis antiguas en que decidieron que si un tartazo en la cara es gracioso, diez serán diez veces más graciosos, ignorando el empacho que suponen ese tipo de excesos.

Todo eso hace que los momentos de tranquilidad, en que por fin escuchamos a los personajes, y la trama se desarrolla más gracias al drama y a la narrativa que a la mera pirotecnia, sean especialmente valiosas, y es en este tipo de secuencias en las que la peli mejor funciona, y alcanza su mejor sabor.

Los actores funcionan increíblemente bien, empezando por Scarlett, que está tan inmensa como cabe esperar, y acabando por Ray Winston, interpretando magistralmente a un villano cliché de 007 y haciéndolo más interesante de lo que uno esperaría de un concepto tan toqueteado.

Florence Pugh es una de las sorpresas de la cinta, dándonos una buenísima incorporación al MCU, y aunque Rachel Weisz aporta también un personaje interesante, la otra gran sorpresa ha sido David Harbour, ya una estrella incuestionable, con un auténtico personajazo.

El elemento visual es más bien obvio, por lo general diseñado conforme al “manual de dirección de arte de pelis de tecno-espías”, desde los pisos francos en Europa del Este, a las dependencias tácticas de organizaciones secretas soviéticas, aunque el diseño de la “Sala Roja” sí tiene ese toque singular que encanta ver en una peli basada en cómic, esa sensación de que en otro tipo de peli el tratamiento visual sería diferente, pero en una comiquera, la estética es comiquera.

En conjunto, una buena forma de empezar fase para Marvel, una peli interesante de su género, y un blockbuster veraniego que cumple todas las expectativas.

Lo Mejor: David Harbour, el increíble Guardián Rojo, y Florence Pugh, la nueva incorporación al universo.

Lo Peor: Escenas de acción que no saben si juegan a lo real o a lo coreografado, pero saben a falso.

Por Francis Díaz.

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