Crítica de "Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio"
Por Redacción
Publicado el 28/03/2024
La nueva entrega del monsterverse de Legendary Pictures que llega a los cines por Semana Santa
A veces me pregunto si en los grandes estudios existe una suerte de biblioteca de tramas modelo. Una enorme base de datos donde los guionistas en nómina con fechas de entrega ajustadas o tras guiones que han resultado laxos en desarrollo emocional o narrativo pueden nutrirse con planteamientos arquetípicos con los que el público puede conectar.
¿Necesitas a la pareja separada por una catástrofe familiar sucedida off camera que se verá solucionada a lo largo de la historia, reuniendo por fin a toda la familia en un manido abrazo? Trama Z-0039, estantería 6. ¿Necesitamos una trama de matar el fuego con el fuego dando su propia medicina al villano? Sin problema, trama H-285, estantería 11. O incluso habrá tramas de “personaje apocado que descubre su propio don y aprende a marcar la diferencia” que podremos encontrar en varias secciones ocupando las estanterías 6 y 7. A más tópica, más vertientes.
Pues esa duda personal se ha ido convirtiendo en sospecha paranoica ya desde la entrega anterior de esta gran saga de Monstruos de Warner/Legendary, en que las premisas gigantes son, obviamente, muy simples (es que los monstruos gigantes peleando no pueden ofrecer mucho más que peleas, seamos justos), y siempre es necesario completarlas con conflictos humanos asegurando por el camino que todo el mundo se vea interpelado. La biblioteca de tramas es la respuesta para ello. Y en ésta, ya se ha confirmado, pero creo haber confirmado también que el uso que le están dando es menos efectivo del que yo esperaría.
Empezando por el principio, tenemos el regreso de los personajes de Rebecca Hall y su hija adoptiva -a la que reconocemos por seguir llevando la misma cinta en la frente que la delata como miembro de una cultura tribal- manteniendo una dura convivencia y adaptación a una vida juntas mientras la figura materna tiene un ojo puesto en sus actividades de vigilancia de los grandes titanes destructores de mobiliario y la joven saborea su falta de pertenencia al mundo en el que vive, añorando una cultura originaria a la que no puede regresar.
Mientras, Bernie, el personaje de Brian Tyree Henry, el blogger friki obsesionado con desentrañar los misterios de la Tierra Hueca y los titanes, sigue inexplicablemente en su entorno underground a pesar de su contribución de salvar el mundo en la anterior peli, pero pronto será requerido por Ilene (Rebecca Hall) para afrontar una desesperada misión en la propia Tierra Hueca que desembocará en, básicamente, una sucesión de sesiones de pelea entre diferentes criaturas gigantes. Los que se quejaron de que la primera entrega de esta saga, Godzilla (Garreth Edwards, 2014) se quedaba corta en escenas de acción con monstruos gigantes deberían estar contentos, porque esta peli trae el empacho definitivo.
Más allá de eso -que no es un asunto menor, ya que consigue caer, en el mundo de la acción, en el mismo vicio en el que cae el abuso del tartazo en la cara en la comedia (uno está bien, tres ya no es gracioso, ¿cinco? Ya empieza a causar rechazo)- esta peli profundiza más en uno de los mayores errores de la franquicia. La incorporación a la mitología de algo tan exagerado, desconcertante, y a ratos hasta absurdo como el propio concepto de la Tierra Hueca.
Cuando ya hay un elemento que supone una suspensión de incredulidad considerable como una casta de titanes a caballo entre lo biológico y lo místico, incorporar un factor tan acientífico, que además no terminan de sustentar narrativamente, puede propiciar que el espectador deje de tomarse en serio la premisa entera, y en el caso del que escribe, eso es justo lo que sucedió. Suele decirse que cuando se introduce un elemento fantástico, el resto del decorado debe ser todo lo realista y creíble posible. Ese realismo y credibilidad será lo que sustente ese elemento fantástico, y en este caso, la ruptura con la verosimilitud ha sobrepasado todo límite.
Por otra parte, volvemos a tener un Kong muy carismático (a diferencia del bueno de Godzilla, que se limita a destruir edificios con su cola, lanzar plasma por la boca y hacer el mismo grito en primeros planos clonados unos de otros), que volverá a marcar la diferencia como héroe, esta vez acompañado de un joven aliado de su especie, y contando esta vez con una nueva arma, que le hará parecer, más que nunca, una versión de sí mismo de dibujos animados estilo años 90.
Casi se me olvida mencionar el nuevo protagonista masculino de la franquicia, después de las deserciones de Kyle Chandler y Alexander Skarsgard, conocemos al personaje del peso pesado Dan Stevens, que se toma unas vacaciones artísticas para interpretar al veterinario molón de Kong, el tío más enrollado del mundo, ese amigo surfero que te quita a la novia y aún así le prestas el coche de simpático que es, el que nunca se cabrea con nadie y cada vez que aparece (esto es literal), suena una canción cañera. Es como el perro Poochie del show de animación de los Simpsons, un tío guay, duro pero sensible, perfecto pero humilde, moderno y cañero pero campeón entre las suegras, y que no tiene un momento malo (CG-003, estantería 2).
Y, por lo demás, monstruos peleando en zonas habitadas en que el narrador ignora cualquier repercusión que las actividades de los monstruos tienen en las vidas (muertes) de los ciudadanos, sus familias, las empresas destruidas o las ciudades aniquiladas, y en que sólo piensas “espero que gane éste”. Sigue siendo muy extraño ver tanto coche hundido en el océano tras la destrucción de ese puente por aquel coletazo de la cola de Godzilla (que es el cuarto coletazo, y quedan 5 antes de que acabe la peli), como si esos personajes que perecen fueran a todas luces insignificantes… Aunque, claro, ya te han pedido que ignores que la Tierra es hueca o que los propios titanes no tienen una explicación consistente. Desentenderte de las víctimas colaterales de Godzilla, que tras acabar con Cádiz y El Cairo sigue siendo considerado el salvador de la humanidad, igual no debería ser tan difícil.
Más allá de eso, y por intentar huir de mi inevitable subjetividad a la hora de valorar una peli, debemos reconocer que los FX siguen siendo excepcionales, que la trama de Kong, su pequeño mini (mini, pero gigante, ya sabéis) gorila aliado, y demás miembros de la civilización símica gigante es, si bien tópica, agradable de ver, y que, teniendo en cuenta que los estatutos de “mundo al revés” de esta saga ya se consolidaron en la película anterior, es de justicia reconocerle la sinceridad de esta entrega. No podemos decir que nos hayan engañado, sabíamos que esto no iba a ser la magnífica Shin Godzilla de 2016, la Kong: Skull Island de 2017 o la Godzilla Minus One desde último 2023.
Si sabes a lo que vienes, y has dicho un “venga, va” a los presupuestos de las anteriores entregas con los que otros no terminamos de conectar, estamos ante una peli disfrutona, pero si eres de los que sufrieron un incómodo tic en el ojo cuando empezaste a ver cómo la mitología se dispersaba hasta convertirse en un amasijo gaseoso, vago y poco creíble, y las secuencias interminables de peleas de monstruos destruyendo por enésima vez un edificio te acaban aburriendo más que deleitando, esta peli seguramente superará tus límites.
Por Francis Díaz
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