Sitges 2015: Resumen del día 7
Por Redacción
Publicado el 16/10/2015
De fantasmas centroeuropeos, demonios metaleros y explosiones de violencia a ritmo de punk
Una semana entera de festival, un punto en el que el pescado está casi todo vendido y el café extinguido de los tenderetes que pueblan Sitges. Un día de propuestas potentes, todas al borde del género y alguna capaz de cerrar el top de calidad visto hasta ahora.
La cinta polaca Demon llegaba con una triste aura ya que su director, Marcin Wrona, había fallecido pocas semanas antes de comenzar el festival. Tras una emotiva presentación las luces se han apagado y ha comenzado la película, una historia en formato teatral (se basa en una obra) en la que unos huesos encontrados antes de la boda de sus protagonistas iniciarán una especie de ritos de posesión, secretos escondidos y reiteración de heridas no curadas. Metáfora subyacente de una Europa destrozada por la guerra, la película se hace cuesta arriba por los pocos temas que aborda y por ese costumbrismo centroeuropeo que tan poco funciona con el fantástico. No es una película de terror, ni de demonios, aunque quizás esos demonios son los del pasado que todavía acechan en la memoria. La dirección del desaparecido Wrona es lo mejor de una película que, por una triste situación, tendrá repercusión si se lleva algún premio del jurado.

(Fotograma de Demon)
Alex van Warmerdam vuelve a Sitges tras ganar el año pasado con Borgman. En esta ocasión aborda la comedia negra con Schneider vs Bax, una muy notable apuesta con protagonistas desquiciados y guión de humor negrísimo. El duelo de un asesino a sueldo y su objetivo, un escritor alcohólico, es el pivote sobre el que gira su trama. Sería raro ver como Warmerdam sale triunfante dos años seguidos, pero sí que podría caer en una de las gordas para llevarse el premio a mejor guión. Justo después han vuelto a pasar algo desapercibidas la primera Parasyte, otro live-action mangaka de calidad con mutantes y gore incluido, y The Legend of Barney Thompson, una especie de comedia neonoir que supone el debut en la dirección del actor Robert Carlyle.
El terror ha vuelto entrada la noche con The Devil´s Candy, la nueva película de Sean Byrne (The Loved Ones). Una familia, dos de ellos (padre e hija) amantes del metal, se trasladan a una nueva casa que guarda uno de esos pasados que mejor no descubrir. Tendrán que luchar con una fuerza poderosa que intenta hipnotizar al padre y un viejo inquilino que quiere alimentar al Diablo con sus Caramelos. Propuesta algo tópica, la de la casa con pasado, familia que intenta superar, padre medio poseído, etc., pero que aún así consigue mantener una tensión, ritmo e interés en el suspiro que dura. Curioso como enfrenta al demonio con unos amantes de Metallica, que en este caso son los buenos (y ya una familia totalmente funcional). La banda sonora redondea el asunto.

(Fotograma de The Devil´s Candy)
Una propuesta menos festivalera pero que valía la pena ver en pantalla grande ha sido la nueva adaptación de Macbeth. Protagonizada por Michael Fassbender, dirigida por Justin Kurzel y fotografiada por Adam Arkapaw (el mismo trío que se encargará de adaptar Assassin"s Creed), esta nueva lectura del clásico Shakesperiano es toda una virguería de imágenes potentes, conceptuales, contundentes y rotundas que han dejado extasiado al patio de butacas. Quizás su intensidad es demasiado en algunos momentos, pero la boca ha quedado abierta en más de una ocasión por la barbaridad de planos y escenas redondas que abarca. Como adaptación utiliza un truco en el que los personajes, a parte de recitar la obra (recortada pero literal), no paran de actuar, pelear, moverse y realizar acciones que aportan al texto. Toda una serie de artimañas que hacen una película para nada aburrida, al menos todo lo que podría ser una adaptación de este estilo.
El día ha cerrado con una de las más esperadas: Green Room, del americano Jeremy Saulnier. En la mochila lleva una película que roza la obra maestra (Blue Ruin), y la expectación que había en el ambiente era máxima. Pues bien, lo ha cumplido; Green Room es una película de pura adrenalina, angustiosa y desesperante, capaz de elevar la tensión y provocar taquicardais con la facilidad que Saulnier mueve la cámara en los pocos espacios de su trama. La propuesta es sencilla: un grupo de punk se queda encerrado en un local de neonazis tras ser testigos de un crimen. Obviamente, la espiral de violencia y muerte no tardará en arrancar para irse an niveles insospechados. Maravilla, hemos salido en una nube y va directa al TOP 3 del festival junto a The Witch y Bone Tomahawk.

(The Green Room)
Hemos abandonado el Auditori extasiados, pero unos cuantos se han quedado a ver la marcianada de terror Indio llamada Ludo. Ya en pases previos ha habido caras raras y muecas por su extraño desarrollo; intentaremos ir el sábado a primera hora para comprobarlo de primera mano.
Mañana cierra la Sección Oficial, aunque nosotros intentaremos pasarnos por I Am a Hero (que podría ser la gran sorpresa del festi), la cinta de animación japonesa The Boy and the Beast e intentar cerrar el día con el clásico de los clásicos: Takashi Miike y su Yakuza Apocalypse.
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