Sitges 2016: Resumen del día 5 ("Pet", "In The Valley of Violence"...)
Por Redacción
Publicado el 12/10/2016
Llegamos al ecuador del Festival de Cine Fantástico más importante del mundo
Ahora sí, punto medio de festival superado y ya comenzamos a hacernos una imagen de los sabores de este año. Lo principal es que, al contrario que pasadas ediciones, aún a estas alturas se está haciendo difícil saber qué películas saldrán ganadoras a finales de semana. Una cosa sí que está clara: el día que hemos vivido ha sido, de lejos, el más ecléctico, bizarro y extremo de todos los que llevamos en Sitges este año.
Para comenzar un buen plato de genio: The Handmaiden (Park Chan-wook, 2016), lo nuevo del maestro que nos sirvió de profeta para las coreanadas allá por el lejano Sitges 2003 con su OldBoy. En esta ocasión cuenta una historia de época, en la que una ladrona de clase baja se infiltra como doncella para estafar a una joven heredera. La cosa se complica cuando las dos parecen caer en un pasional romance y, como el buen cine de Chan-wook, la trama comienza a retorcerse por senderos inesperados. Una perversa mirada al erotismo femenino y a cómo la audiencia lo percibe; de preciosa ejecución y cuidada estructura, el genio surcoreano demuestra estar en mejor forma que nunca. Un pase a las 8 de la mañana de más de 2 horas y media que no ha permitido ni un bostezo en la sala. Impresionante.

(The Handmaiden)
Durante la mañana se ha presentado la ópera prima del vasco Haritz Zubillaga, El ataúd de cristal (Haritz Zubillaga, 2016). Una historia de suspense y claustrofobia, cuya acción ocurre en (prácticamente) su totalidad dentro de una limusina de lujo. Un "ataúd de cristal" para su protagonista, que deberá enfrentarse a una serie de pruebas, cada cuál más retorcida que la anterior, para resolver el misterio de quién le ha tendido esta trampa y por qué motivos. Una carrera contrarreloj en la que nada es lo que parece y donde el metalenguaje y el cine de género se unen en poco menos de hora y media.
Mientras decenas de fans se agrupaban por los pasillos buscando a Rob Zombie o Bruce Campbell (sí, fervientes seguidores, han llegado hoy), los flashes de la alfombra roja han iluminado a Dominic Monaghan y a la última película que protagoniza: Pet (Carles Torrens, 2016), lo nuevo del joven director catalán que ya había pasado por Sitges con Emergo o el fantástico cortometraje Sequence. En esta ocasión se acerca al thriller psicológico con la historia de Seth –interpretado por Monaghan-, un tímido trabajador del centro de animales que decide secuestrar a una popular ex-compañera de instituto, encerrándola en una jaula y transformándola en su propia "Mascota". Lo que parece un thriller de secuestros y tortura aleatorio se acaba convirtiendo en grata sorpresa cuando, ya entrada en materia, la película decide ir por una serie de derroteros jamás esperados. Una agradable sorpresa que ha gustado en general y de la que sin duda se aplaude su calidad técnica y su valentía a la hora de abordar una historia loquísima sin caer en el ridículo.

(PET)
Bien entrada la noche han llegado los vaqueros de In a Valley of Violence (Ti West, 2016), una de las películas más esperadas de esta edición y que ha llenado el vetusto Casino Prado con su único pase. Western minimalista hasta límites extremos, protagonizado por un Ethan Hawke que cruza sin quererlo el valle del título e inicia una serie de acontecimientos que acabarán como en toda buena peli de vaqueros: a tiro limpio de revolver. Un canto tanto al spaguetti-western como al cine de John Ford y cía, repleto de humor negrísimo y con el ritmo marca de la casa; es decir, crescendo de tensión y situaciones hasta explotar en sus últimos minutos de forma, cabe decir, muy satisfactoria. Aplausos y opiniones positivas por doquier para una película que, por alguna extraña razón, se ha quedado relegada a la sección marginada 7 Chances.
Y bueno, luego ha acabado el día... de la forma más extraña posible. The Greasy Strangler (Jim Hosking, 2016) ha llegado para dejarnos frito el cerebro, el estómago y la piel en la que es, sin duda alguna, el pase más WTF que jamás se ha vivido en Sitges. Su trama, que es un decir, coloca a un padre y un hijo en plena crisis doméstica, afilándose el conflicto cuando resulta que el progenitor es también el "estrangulador grasiento", una criatura llena de grasa de beicon que asesina a gente por doquier. Escena escatológica una tras otra, a cada cuál con menos sentido con la anterior, ha hecho llorar de risa y al mismo tiempo congelarlas por culpa de un continuo "qué demonios está pasando delante mío". Inclasificable, incomprensible... toda una experiencia catódica.
Para el sexto día nos esperan citas obligadas con Rob Zombie, tanto en su clase magistral (veremos si cabemos…) como por la presentación de su última película, 31. También se presentarán dos de las llamadas "películas incómodas" de este año: la estupenda Raw o la mexicana Tenemos la carne.

(31)
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