Netflix ha estrenado hoy "El Parámo" y entrevistamos a su director David Casademunt
Por Redacción
Publicado el 06/01/2022
El fantástico título que pudimos ver hace unos meses en el marco del Festival de Sitges
David Casademunt se estrena en largo con El Páramo, película protagonizada por Inma Cuesta y Asier Flores que cuenta la historia de una familia aislada acosada por una bestia cada vez más ligada a la casa y que ya está disponible en Netflix.
El Páramo guarda notables semejanzas con Babadook (2014) o The wind (2018), películas en las que los protagonistas femeninos también lidian con amenazas de naturaleza familiar. La película comenzó se escribió en 2014 y no fue hasta marzo de 2020 -en la misma semana del confinamiento- cuando Netflix se hizo con sus derechos.
¿En qué ha cambiado el proyecto de 2014 a 2021, año de estreno?
Para empezar, no empezó siendo una película de terror: el primer boceto fue sobre un drama en el siglo XIII, que contaba la historia de un niño solo en una cabaña. Poco después, Fran y Martí -los co-guionistas- me animaron a saltar a los códigos del terror, teniendo en cuenta que la película se apoya en parte en mi propia experiencia personal.
¿Qué porcentaje de autobiografía tiene la película?
Parte de la magia del cine es poder hablar de cosas que uno lleva muy dentro sin necesidad de hacerla literal: puedes usar los códigos del género para desarrollar esa experiencia en un páramo, acosado por una entidad paranormal. Aparentemente puede parecer lejano a mis experiencias vitales, pero te diría que en un 70% se basa en lo que yo mismo he vivido.
(El director en el rodaje de la película)
En vistas del resultado final, ¿fue Asier Flores una decisión fácil de casting?
Apareció cuando ya habíamos visto muchos niños: lo que me cautivó fue su vida interior, su energía, su capacidad para ir más allá del guion. Otros aspirantes se limitaban a hacer lo que les pedíamos en las escaletas, pero Asier no tenía ningún problema en improvisar y darle realidad a las escenas. Yo no tengo mucho apego a los guiones, se pueden transformar, enriquecer: y eso me encantó de él. Además, su personaje es un niño que pasa de ser secundario a casi protagonista, lo cual me generaba cierta inquietud porque es difícil que el público sienta empatía con un secundario. Asier le da vida desde el primer momento, vi que tenía que ser él.
El aislamiento, la soledad y el monstruo interior son tropos recurrentes del género: recuerda a The wind, It comes at night… ¿Hubo más inspiraciones directas?
Durante el proceso de desarrollo llevamos el guion a muchos talleres, entre ellos el de Toronto. Allí un participante me habló precisamente de The wind, y cuando vi el póster pensé «joder, es lo mismo», aunque tras verla me quedé más tranquilo. En estos siete años se han estrenado películas que se han afianzado como clásicos contemporáneos del terror independiente, algo que inevitablemente nos influencia. Pasó similar con The Witch: mientras escribíamos el guion enseñé a Martí y Fran el trailer y tuvimos esa misma sensación: por un lado te ilusiona porque demuestra que se está haciendo este tipo de cine, pero por otro te da miedo que puedan salir demasiadas películas similares a la vez. Sí que puedo admitir con orgullo que The Witch ha sido un referente estético y musical. Luego han llegado Hereditary, Midsommar, A quiet place, It comes at night… Aunque quizá la inspiración más directa venga de Shyamalan, su trabajo con el drama, el terror psicológico, esconder el monstruo, etcétera.
El personaje de Inma Cuesta sufre un cambio de registro a mitad de película, ¿cómo se adaptó?
Nuestra primera videollamada (porque esto se pre-produce en pleno confinamiento) no la olvidaremos ninguno de los dos. Yo le expliqué de dónde venía este proyecto, le conté toda mi vida y toda mi oscuridad y desde esa honestidad quise proyectar qué quería que contara la película. Resultó que fue algo recíproco, compartimos experiencias y ese pudo ser un secreto para interpretar el personaje. Para Inma fue un reto porque nunca había hecho terror, así que también nos apoyamos en el asesoramiento de un psiquiatra profesional para tratar su curva de personaje como la de un paciente con depresión psicótica. Inma es además una mujer muy luminosa, algo imprescindible porque debía partir de ahí para después oscurecerse. No tuve nunca dudas con ella.
¿Cómo trasladarías ese drama sobre la salud mental en el siglo XIX a la actualidad?
Para nosotros siempre fue muy importante el concepto del aislamiento, la película tenía que transpirar soledad. Eso ya descartaba ipso facto la actualidad, porque necesitaba vivir la soledad de forma primitiva, alejarla de la tecnología y el imaginario contemporáneo. Los padres vienen de un entorno en guerra, en conflicto, y tenían que arrastrar ese contexto a su relación. Esta película empezó a escribirse en 2014, Netflix se acerca en julio de 2019 y finalmente muestra interés definitivo justo la semana que nos confinan. Todo el guion es pre-pandemia, te mentiría si te dijera que lo hemos transformado a partir de esa experiencia, pero sí la he dirigido durante ella y de hecho dibujé el story durante el confinamiento. Estaba diseñando confinado una película sobre gente confinada, y deseo que ese malestar que yo sentía por estar encerrado se haya podido trasladar a la puesta de escena casi de una forma mística.