Crítica de "MalnaZidos". Otra película de la Guerra Civil... pero con Zombis
Por Redacción
Publicado el 10/03/2022
El título dirigido por Javier Ruíz Caldera y Alberto de Toro que este fin de semana llega a los cines españoles
Los muertos vivientes ya no solo pertenecen a tierra estadounidense. Desde su nacimiento oficial en Pittsburgh, nuestros queridos flesh-eaters han dado la vuelta por todo el mundo en toda clase de países y versiones. España ya los adoptó hace muchos años y así los ha permutado con el tiempo, pero hasta ahora los zombis no habían pisado tierras ibéricas en uno de sus eventos más importantes del Siglo XX: la guerra civil española. Como un tebeo de ‘Hazañas bélicas’ publicado por ‘El Víbora’, Malnazidos (Javier Ruiz Caldera & Alberto de Toro) aterriza con caradura y espíritu fiestero para explotar el pulp nacional como no se había hecho hasta ahora.
Su protagonista es Jan -interpretado por el carisma andante de Miki Esparbé-, soldado nacional con ciertos problemas de moral que es mandado a un valle en tierra de nadie. Una vez dentro se enfrentará a un grupo de republicanos que, poco después de tomarlo como prisionero, serán testigos en primera mano de algo insólito: los muertos se levantan con hambre de carne humana. ¿El motivo? La respuesta, como buen tebeo pulp, es obvia: nazis. Siempre los malditos nazis. Ahora, fachas y rojos tendrán que juntarse al más puro estilo Asalto a la Comisaría del Distrito 13 (John Carpenter, 1976) para sobrevivir a un enemigo imparable.
Directa a hueso, la película tarda poco en arrancar y reunir a su grupo de ‘outsiders’ para enfrentarlos contra las hordas de zombis. Y hace bien, porque es en esta especie de escuadrón suicida donde yace el motor de la película. Todos los miembros son distinguibles: el tipo enorme, el jefe hastiado, la joven luchadora, el novato, el amargado soldado caído en desgracia… figuras heroicas que no por ser reconocibles dejan de ser encantadoras. Vas con ellos, estás en su equipo y sufres cada vez que alguno cae en desgracia. No es casualidad que la película cuente con créditos al más puro estilo Doce del patíbulo (Robert Aldrich, 1967). Sus referentes son claros y pronunciados en alto.
La co-dirección de la película da un curioso caso de mezcla entre ópera prima (Alberto de Toro) y película de carrera consolidada (Javier Ruiz Caldera), saliendo triunfal en un uso de la acción y los efectos especiales que no flaquean en ningún momento. Sus set-pieces son variadas y, cuando toca, ambiciosas. No se le ven las costuras y siempre tienen una manera original de resolverlas. Sí que puede ser que su guión, que confía demasiado en el recurso de “establecer un lugar + avanzar la trama + acción + cambiar de lugar”, arrastre algo la trama a medio película (sus más de 100 minutos tampoco ayudan), pero salen airosos gracias, de nuevo, a su carismático elenco de perdedores protagonistas.
Pura diversión sin más pretensión que la de hacer pasar un rato genial entre resucitados y soldados de tez dura, Malnazidos es un nuevo ejemplo de éxito en una industria cinematográfica que cada vez le toma más el pulso al género comercial. Su repercusión en taquilla es un misterio (a horas de escribir estar reseña aún anda un virus mortal por el mundo), pero sin duda se hará un hueco entre el aficionado medio, aquel que comprende que el terror puede ser entretenimiento multisala, sin más discurso que el de “hemos venido aquí a jugar”. Obligatoria verla acompañado, aunque sea manteniendo las distancias de seguridad.
Lo mejor: su elenco protagonista, del primero al último de ellos.
Lo peor: a media película su largo metraje le hace algo de mella.
Por Carlos Marín.
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