Amazon Prime ha añadido a su catálogo "Becky", la versión gore de "Solo en Casa"
Por Redacción
Publicado el 19/05/2023
El título dirigido por Jonathan Milott, Cary Murnion que ya está disponible en la plataforma
Aunque ya la tenéis disponible desde hace tiempo en Filmin, ahora Amazon Prime Video ha añadido a su catálogo BECKY, la película protagonizado por Kevin James y Lulu Wilson cuya secuela ya está lista.
Este título, un giro de vuelta gore a "Solo en Casa", cuenta como una adolescente acude a pasar un fin de semana con su padre a un lago. Allí sus vidas se convertirán en una lucha por la supervivencia cuando un grupo de convictos haga acto de presencia...
Crítica de "Becky"
Los nazis no caen bien. En general. Por lo que sea. ¿Pero qué es peor que un nazi? Un neonazi. Uno de esos tipos tatuados de arriba a abajo, sin un pelo en la cabeza, con una esvástica bien a la vista. Una imagen que nos hemos hartado de ver en el cine de cárceles, con esos monstruos de mirada terrorífica y uniforme naranja levantando pesas bajo el sol. Los directores de Becky (Jonathan Milott, Cary Murnion, 2020) ponen su granito de arena a ese legado, abriendo la película con un montaje en el que mezclan esas imágenes… con la dura vida de una adolescente en el instituto. Una conexión entre violencias que prepara al espectador para lo que viene: un caótico pero colorido cuento salvaje que captura la esencia de cierto clásico de Chris Columbus y lo lleva a un nuevo horizonte: el cine disfrutón para festivales de terror.
Pero volvamos al montaje inicial. La Becky del título es la burla de todo el instituto. Claramente un “bicho raro”, la muerte de su madre y que su padre parezca haberlo superado con un nuevo amor hacen de ella un ser incomprendido y solitario. Le quedan sus dos perros y la casa de la montaña, en la que planea pasar un fin de semana rememorando tiempos mejores. Pero la aparición de un grupo de violentos neonazis pondrá todo patas para arriba, secuestrando a los habitantes de la casa y dejando a Becky en el exterior, a merced de los criminales. Pero lo que éstos no saben es que Becky tiene una inteligencia y una tendencia a la violencia más allá de lo imaginable para una chica de su edad.
La violencia en Becky -película y personaje- no deja espacio para los amigos. Es gran-guiñolesca, exagerada y roza los dibujos animados (de Rasca y Pica). Así, los divertidos momentos que roba de Solo en Casa (Chris Columbus, 1990) entran en terreno grotesco cuando la sangre, las vísceras y la carne comienza a salpicar la pantalla. Su protagonista se convierte, en pocas horas y sin explicación ninguna, en una pura máquina de matar. Eso no es malo. Todo lo contrario: ver sufrir a neonazis, caer en sus trampas y convertirse en puré es un buen pasatiempo. Y, además, está hecho con tanta gracia que sus costuras y pliegues a la vista quedan bien escondidos entre litros de sangre falsa. Ayuda su endiablado ritmo, que no deja lugar al respiro y que hace de ella uno de los entretenimientos de la temporada.
Sorprende especialmente Kevin James como malvado principal. Lejos de su cara más amigable en las producciones de Adam Sandler, el cómico se pasa al lado oscuro sin problemas, ayudado por una caracterización bien ajustada a un personaje sin grises. Es su objetivo y su banda lo que, quizás, desequilibra la balanza. El por qué están en esa casa y por qué buscan lo que se guarda en ella es un macguffin raro, mal explicado, algo que despista sin motivo alguno. Tampoco ayuda al conjunto de sidekicks, que cuando no son carnaza -ni tan mal- se comportan de manera un tanto extraña y repetitiva (el gigante y su insistente viaje a la no-violencia es en realidad un viaje a ninguna parte). Cumplen su función, pero siendo una película de enfrentamiento a dos bandas se echa en falta algo más de trabajo en arles objetivos creíbles o, directamente, entendibles.
Aún con sus defectos, cualquier proyección de Becky con el público adecuado será un éxito. Película “festivalera” de manual, se cumplen las reglas de buen ritmo, protagonista carismática, poco corte en el gore y mucha mala baba. No engaña, ni en el título, ni en la sinopsis, ni en su desarrollo: noventa minutos de una pequeña adolescente rubia pateando culos de nazis en plena montaña, con violentos resultados. Citando al bueno de Indiana: “Nazis… odio a los Nazis”. Y añadiendo: de qué sirve la ficción, si no podemos disfrutar viéndolos sufrir y morir con todo lujo de detalles.
Lo mejor: lo salvaje que es y su trepidante ritmo.
Lo peor: algunos conceptos de la trama y su grupo de villanos quedan muchas veces desdibujados.
Por Carlos Marín.
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