Crítica de "Exorcism Chronicles: The Beginning", un título que arrastra demasiados "peros" que impiden considerarla un hito en el terror animado
Por Redacción
Publicado el 10/10/2024
La cinta de animación coreana que se ha encargado de dirigir Dong-chul Kim
A día de hoy, es innegable que la industria surcoreana atraviesa uno de sus mejores momentos en cuanto a producciones de género, tanto en cine como en televisión. Sin embargo, su talón de Aquiles sigue siendo la animación, con escasas e irregulares representantes, como “Seoul Station” (la precuela de Train to Busan) y “Beauty Water”. Con la firma del estudio de animación LOCUS, “Exorcism Chronicles: The Beginning” se perfila como el nuevo ariete destinado a superar esta barrera y ganarse el respeto de un público más amplio. La expectación está justificada, y siendo una apuesta fuerte, también es comprensible que hayan preferido ir sobre seguro con la materia prima. “Exorcism Chronicles” es una reinterpretación actualizada de la novela “Toemarok” de Lee Woo-hyuk, que, a pesar del nulo recorrido editorial fuera de sus fronteras, de puertas para dentro se ha consolidado como el mayor bestseller de género. Aunque no sea decir mucho, la cinta de animación logra eclipsar el primer intento de adaptar la novela, el fallido live-action “The Soul Guardians” (1998). Sin embargo, dentro de los estándares de la liga donde compite, y con la vara de medir adecuada, la amalgama de sensaciones encontradas deja un sabor más que agridulce, amargo.
La película introduce un relato épico sobre un variopinto grupo de monjes de distintas religiones, cada uno con habilidades especiales en base a sus creencias, reunidos en un monasterio para proteger a un niño poderoso de la influencia de su maestro, un místico diabólico que persigue una suerte de apocalipsis.
Teniendo en cuenta que hay incontables películas de terror sobrenatural inspiradas en distintas religiones, y que a nadie le ha dado jamás por intentar mezclarlas, un planteamiento como éste tenía todas las de ganar, por la infinidad de vías que abre para explorar y exprimir su potencial. Un potencial, en este caso, tristemente desaprovechado.
Puede que el comienzo de este “comienzo” sea lo más rescatable, lo que resulta irónico porque, a priori, la presentación del Padre Park en la iglesia, y su enfrentamiento con el diablo, apuntaba a ser la parte menos atractiva, por lo rancio, sobado y limitado de la imaginería católica en el cine de terror. Sin embargo, después de este prometedor arranque, en sintonía con el buen hacer de la serie “Castlevania”, el guion parece ahogarse en sus ambiciones, y no es capaz de hacer nada interesante con el sincretismo religioso de la Orden Haedong. Cualquier propuesta innovadora de fantasía oscura se diluye en un mar de diálogos insustanciales y clichés dramáticos, con escaso desarrollo de la trama y de los personajes. La falta de chicha argumental, disculpada de aquella manera por su función de prefacio, podría haber compensado en espectáculo durante el tercer acto, pero resulta incluso más decepcionante. Cuando los Guardianes se enfrentan al vil monje-demonio (demasiado caricato para imprimir tensión en lo más mínimo), la película se convierte en un capítulo (aún más) estirado de “Dragon Ball” o “Naruto”, narcotizando el clímax con una arritmia preocupante.
Visualmente, “Exorcism Chronicles” se adhiere al modelo híbrido de producciones exitosas como “Arcane”, combinando 2D y 3D para generar animaciones fluidas, y aplicando shaders cartoon que pretenden imitar los pinceles del arte tradicional. Si bien el acabado del render dista de la calidad de “Arcane”, se nota (y agradece) el esfuerzo, y técnicamente cumple. Es agradable a la vista, que no es poco. Atrás quedan los días en que estas mixturas experimentales hacían sangrar los ojos.
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“Exorcism Chronicles: The Beginning” arrastra demasiados peros que impiden considerarla un hito en el terror animado, ni siquiera en su país de origen. Y de todos los peros, puede que el mayor sea el que ya te recuerdan desde el propio título. Nos han vendido un largo prólogo de hora y media, y saberlo no va a impedir que muchos espectadores se pregunten si están perdiendo el tiempo en algo que no va a llegar a nada. La película de Dong-Chul Kim tampoco representa, por desgracia, el ansiado comeback del anime adulto noventero, que, visto lo visto, para qué seguir engañándonos, ni está ni se le espera. Corren otros tiempos. Sin más. Esto no resta valor a su capacidad de entretener por momentos, plantear ideas potentes y hacer gala de un trabajo audiovisual más que respetable. Eso sí, seguiremos esperando el día en que la animación coreana de terror dé la campanada.
Por Jedediah.
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