En su último año de la escuela secundaria, Charlie Brewster (Anton Yelchin) parece finalmente haber alcanzado todos sus objetivos: es uno de los estudiantes más populares y sale con la chica más codiciada de todo el colegio. De hecho, se siente tan reconocido que ha comenzado a dejar de lado a su mejor amigo. Pero las cosas se complican cuando Jerry (Colin Farrell) se muda al lado de su casa. Al principio, su nuevo vecino parece genial, pero según pasan los días, algo en su comportamiento resulta raro. Desafortunadamente, nadie, ni siquiera la madre de Charlie (Toni Collette), percibe nada. Después de observar que en la casa de al lado pasan cosas extrañas, Charlie llega a una ineludible conclusión: Jerry es un vampiro que se sirve del vecindario para cazar sus presas. Ante la incredulidad de los demás, el protagonista deberá ingeniárselas para deshacerse del monstruo por sí solo en esta moderna versión del clásico de la comedia y el terror dirigida por Craig Gillespie.
El remake de la mítica película vampírica de Tom Holland se salda con un balance más que positivo. Sus responsables han cogido la idea principal de aquella la han actualizado y la han añadido mejoras. No es una obra magna (como tampoco lo fue su predecesora) pero cumple con las expectativas generadas.